Es raro volver, pero no digo difícil ni horrible ni duro porque ahora me siento con menos derecho que nunca a quejarme de mi vida (pero no porque ahora pueda estar en mi casa con mi television y mi computadora, si no porque tuve la oportunidad de vivir una semana que me va a acompañar para siempre, de enterarme de que se trata la vida, de ver como se puede ser feliz sin nada material, de lo equivocados que estamos si pensamos que los que vivimos en estos laberintos de cemento sabemos más que la gente hermosa que conocí en el Desvío.)

Ellos nos dieron todo. Nos dieron su alegría, su confianza, se dió una magia increíble, al punto de llorar por tener que irnos de la casa de Dora en villa Abregú aunque algunas hacía solo minutos que la conocíamos, al punto de prometerles a los chicos del desvío que ibamos a hacer lo imposible por volver, cuando acá ponemos excusas para ver a alguien que no vemos hace un tiempo porque estamos cansados o tenemos responsabilidades imaginarias. De Acordarme nombres, edades y parentescos de un montón de gente cuando no me acuerdo exactamente la edad de algunos de mis primos. Al punto de tener todas las ganas de dejar todo de nuevo y estar de nuevo ahí, estar más tiempo, vivir con ellos.

Esto recién empieza. Sigue el año que viene, (o quien te dice que antes!!!) ... con ustedes 37 y con los nuevos que van a venir.
Gracias por esta semana hermosa, que fue puro amor. Desvío, siempre en mi corazón.