Es raro volver, pero no digo difícil ni horrible ni duro porque ahora me siento con menos derecho que nunca a quejarme de mi vida (pero no porque ahora pueda estar en mi casa con mi television y mi computadora, si no porque tuve la oportunidad de vivir una semana que me va a acompañar para siempre, de enterarme de que se trata la vida, de ver como se puede ser feliz sin nada material, de lo equivocados que estamos si pensamos que los que vivimos en estos laberintos de cemento sabemos más que la gente hermosa que conocí en el Desvío.)
¿Pero ahora que hago? No puedo dejar de pensar en que no tengo nada que hacer, hubiera venido llorando y pensando en eso todo el camino si no fuera por la gente de villa Abregú y por la idea de Randy y los proyectos nuevos que surgieron por el camino, que espero que sigan creciendo, porque es una de las cosas que más me importan ahora. Y si ya sentía que muchas cosas de mi rutina no eran importantes lo confirmo, mi vida está como para darla vuelta de cabeza.
Ellos nos dieron todo. Nos dieron su alegría, su confianza, se dió una magia increíble, al punto de llorar por tener que irnos de la casa de Dora en villa Abregú aunque algunas hacía solo minutos que la conocíamos, al punto de prometerles a los chicos del desvío que ibamos a hacer lo imposible por volver, cuando acá ponemos excusas para ver a alguien que no vemos hace un tiempo porque estamos cansados o tenemos responsabilidades imaginarias. De Acordarme nombres, edades y parentescos de un montón de gente cuando no me acuerdo exactamente la edad de algunos de mis primos. Al punto de tener todas las ganas de dejar todo de nuevo y estar de nuevo ahí, estar más tiempo, vivir con ellos.
Y entre nosotros también, 37 locos viviendo una semana juntos en el medio de la nada, sin conocernos mucho desde antes, y ahora puedo decir que a los 37 los quiero, y ustedes saben que no miento. Porque no importa el tiempo, no importa si fueron solo 7 días, compartimos algunos de los momentos más importantes y fuertes de nuestras vidas y no nos vamos a olvidar nunca de eso, como tampoco nos vamos a olvidar de esa gente que nos abrió las puertas de su casa sin saber bien quien eramos, confió en nosotros, nos contó como vivían, compartio todo lo que tienen con nosotros, nos demostró que les gustaba que estemos ahí, nos dijeron que nos querían, sin pedir a cambio nada, sin las exigencias y el miedo que nosotros tenemos acá.
Esto recién empieza. Sigue el año que viene, (o quien te dice que antes!!!) ... con ustedes 37 y con los nuevos que van a venir.
Gracias por esta semana hermosa, que fue puro amor. Desvío, siempre en mi corazón.