Todo el tiempo me quiero ir.
Verde pared y peces ingenuos nadando hacia un ojo gigante que en realidad es
barco y personitas en la pupila. Todo el tiempo me quiero ir. La cama se volvió
cárcel desde que se volvió oficina, y a la vez paraíso, ensalada de infierno y
yo tirada. Hoy está ensañada la fuerza de gravedad. Se me caen las horas en la
cabeza, como ladrillos desde el techo y me hundo en el colchón. Todo el tiempo
me quiero ir. Todo el tiempo me quiero ir y a veces lo digo sola y en voz alta.
Se lo digo al espejo y a veces me equivoco y se me escapa cuando no es momento,
un día por loca voy a terminar peor. Todo el tiempo me quiero ir, me quedo por
las dudas por si este es un camino, porque no encuentro otro y por puro
orgullo. Calor insoportable, nunca hay aire en esta habitación - ironía de
cuando era terraza. La coma nunca va entre el sujeto y el predicado, hilacha
que va a costarte caro.
Consumida, y vecino descontrolado
grita gol, la tele del vecino sigue gritando gol, con los dedos grito el gol.
No entra el aire por la ventana abierta, el invierno se quedó quieto. Marco
negro encuadra una canti – Tiene un nuevo mensaje de correo electrónico.- No quiero más, todo el tiempo me quiero ir.
Las frutillas tiradas por todo el parque,
mujer corriendo apurada con cartera estampada con limones todo el tiempo
me quiero ir, todo el tiempo quiero correr, de correr ya no me puedo mover y de
la última puesta en escena inevitablemente voy a tener cicatriz. Consumida y
vuelta al principio. Antes brotaba y había que recortar y ahora hay que pincharlo
para que salga. De planificar ni hablar, de pensar ni hablar, de crear ni
hablar. De tanto circo me fui secando y contra el pronóstico optimista de
sembrar y después vendría la cosecha, quedó un rejunte de plantitas medio muertas desmayadas en
el patiecito del fondo.
queda un extracto de mí
una gota más en el vaso y rebalsa, en una catarata de 32 páginas sin puntos ni comas.
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