(El marciano viene de acá)
Un tiempo después de mi algo fracasada misión a la Tierra, fui asignado para regresar una vez más a este planeta, a estudiar un nuevo fenómeno relacionado con la felicidad de los humanos. Llegado este punto, me gustaría aclarar que cada misión me acerca más a la hipótesis de que ese sentimiento no es tan disfrutable como toda la bibliografía sobre terrícolas indica, y que aconsejo dejar de invertir insumos en su imitación. No obstante, siendo que mi permanencia en el instituto de estudios extramarcianos lo requiere, paso a detallar los resultados de mi nueva investigación.
MISIÓN: NAVIDAD
El estudio que esta vez me compete es sencillo, se trata de aterrizar en la tierra solamente durante 2 días, 24 y 25 de diciembre de acuerdo con el calendario humano-gregoriano, para participar de los festejos de la navidad. Decidí hacerlo en un área de latitud y longitud cercanas a la de investigaciones anteriores por haber encontrado la temperatura agradable, pero parte de la tradición navideña consta de prender aparatos eléctricos que enfrían y calientan porciones del aire (delimitadas con los conceptos humanos de adentro y afuera; ver misión anterior), para poder sumergirse en rectángulos celestes de plástico, lona o cemento rellenos de agua. Las fotos sonrientes en estos rectángulos (a veces pueden ser óvalos, círculos o figuras irregulares, pero nunca triángulos) son parte de un ritual preparatorio para las navidades. Si bien no hay constancia de esta parte de la tradición en la bibliografía sobre terrícolas, consta que tras un atento análisis de Facebook se puede encontrar una coincidencia lineal y directamente proporcional entre los humanos que exponen en dicha red social más fotografías de sus familias y grupos de amigos en rectángulos de agua, y aquellos más creyentes y propensos a celebrar las navidades, colocarse "Gorros de Papa Noel" para las fotos y etiquetar a sus amigos en postales de buenos deseos. En la zona geográfica visitada el ritual del rectángulo celeste suele acompañarse del "asado de fin de año", un encuentro con personas con las que se trabajó ocasionalmente dos o tres veces al año y se intercambian pocas sonrisas, en el que se come cualquier cosa menos carne asada (la mayor aproximación son los llamados "chorizos", pero que recibe el nombre de "asado con amigos", porque si bien no tienen tanta facilidad para experimentar felicidad como creíamos, los terrestres tienen un enorme sentido de la ironía y el humor. Otro ritual complementario de las navidades que se está entendiendo sin motivos racionales aparentes entre los humanos en los últimos años es el de celebrar con la luz apagada. Lo curioso de este ritual, que lleva dos o tres años en algunas regiones, y se amplió notoriamente en 2013, es que también es acompañado del ritual preparatorio de pasar pequeñas temporadas de entre una hora y dos días con la luz apagada durante las semanas previas. La adopción de esta nueva modalidad de las celebraciones navideñas tiene una curiosa distribución geográfica; por lo general en cuanto alguien la adopta lo hacen todos sus vecinos. En cambio algunos la rechazan y se dirigen a zonas en las que aún se acostumbra festejar con la luz prendida.
Ingresar a una fiesta navideña no es tan sencillo como ingresar a otro tipo de fiesta terrestre. Si para ingresar a un boliche bastaba con convertirse en cucaracha y volver a adoptar forma humana adentro, en las fiestas "familiares" es muy distinto. El infalible método de la cucaracha sigue siendo apropiado para entrar en cualquier cena navideña y echar un vistazo, pero a) al tratarse de espacios con poca gente, cantidad de niños y mascotas y en algunos casos la luz prendida, se corre un riesgo considerablemente mayor de convertirse en una cucaracha aplastada. b) Si bien las puertas de las casas de familia no cuentan, por falta de presupuesto, con un humano que deba brindar el honor de la entrada, muchas cuentan con cerraduras o rejas, instrumentos que impiden a los humanos equivocarse de familia (a pesar de que todas son iguales, más aún adornadas para las navidades, y que en numerosos casos no se ven más que para esta fecha), y que generan que los terrestres (incluyendo perros) se alteren considerablemente cuando un pariente o mascota ajeno a su familia aparece repentinamente sentado en su mesa de celebración. Luego de retirarme de cuatro cenas intentando materializarme en el festejo con el aspecto de un humano promedio, decidí hacer uso de la excepción 178 del código ("permítase secuestrar momentáneamente un humano por lapso inferior a su tiempo entre comidas y tomar su lugar en las relaciones humanas, sólo en casos en los que el éxito o fracaso de la misión dependa de ello), puesto que de lo contrario no lograría el objetivo de sumergirme en una fiesta navideña antes del "brindis".
De esta manera, procedía a colocar una pastilla extraída de su propia cartera en el vaso de vino de "la cuñada de Laura" (ejemplar que creí apropiado para reemplazar ya que nadie en esa familia parecía conocer mucho y el riesgo de dar respuestas inadecuadas a preguntas de confirmación de identidad era mínimo), y a encerrarla en un "cuartito del fondo" (lugar al que las familias guardan objetos rotos, polvo y botellas de cerveza retornables), ya que los códigos humanos indican que no se debe entrar a dicho tipo de lugares sucios y rotosos durante una celebración.
Por lo demás, la fiesta transcurrió con normalidad y sin mayores diferencias respecto a lo establecido en la bibliografía marciana sobre humanos. Con respecto a la bibliografía humana sobre ellos mismos, se encuentran algunas diferencias notables, como la ausencia de nieve, costumbre que probablemente haya caído en desuso con rituales nuevos como el cuadrado de agua y la luz apagada, pero les de pena quitar de sus libros, postales y programas infantiles por tratarse de una costumbre tan arraigada.
Luego de la cena característica con "vitel toné", "turrón" y "coca-cola", la familia elegida, con mi presencia, y la excepción de "la cuñada de Laura", que continuaba en el "cuartito del fondo", procedió al brindis. Sencillo ritual que consiste en beber sidra golpeando sus copas al grito de "Feliz navidad". Los ejemplares más rojos y panzones de la familia (tal vez por su parecido con el mito navideño de Papá Noel) tienen permitidas otras frases, como "tiren a Laura a la pileta" "El año que viene lo pagan ustedes" "Dale un vino al gato", y otras frases características de la ironía de los humanos cuando se embriagan. Es lamentable que hayamos comprobado que las sustancias humanas no tienen efecto en nuestro cerebro, porque parecen ser mucho más efectivas a los fines celebratorios y a la creación artificial de estados felices que todo el resto de los rituales completos. Las señoras mayores, si no beben, también tienen permitidas frases especiales, como "¿A dónde está tu novio? o ¿Cuándo un nieto para ponerle regalos en el arbolito?.
Los niños humanos son parte muy importante de la navidad, ya que uno de los rituales globalmente más extendidos, y además uno de los fenómenos en los que mayor organización y participación se logró en todo el mundo, con excepción del catolicismo y las guerras mundiales, es el mito de Papá Noel (una tradición con dudosas raíces cristianas que consiste en convencer a todos los niños del mundo menores de 10 años de que un humano vestido de rojo y blanco les entrega regalos gratuitos, cuando en realidad los compran sus padres o los donan los ricos a los orfanatos). Sin embargo, realizar la misión en una familia que participa activamente en este mito no fue una desición acertada. El engaño a los niños puede darse en niveles muy variados, que van desde fingir que Papá Noel pasó mientras no veían y que una abuela coloque las bolsas bajo un pino, hasta contratar un señor que deje de lado su propia celebración navideña para ir a actuar de Papá Noel en varias familias ajenas. El punto intermedio, el más extendido luego del de dejar los regalos tirados en el árbol sin mayores explicaciones y decirle a los niños que Papa Noel es un globo que vuela por el aire, consiste en disfrazar al miembro más panzón de la tribu con un traje rojo de piel, para que demuestre su valentía exponiéndose al calor y convenza a los niños de que el mito es real. Gran error he cometido al no tener en cuenta que dicho traje a veces puede confundirse con un artículo rotoso o en desuso y en consecuencia depositarse en el "cuartito del fondo". Indescriptible fue el grito de la abuela Gloria al encontrar a "La cuñada de Laura", inconsciente, detrás de las botellas de cerveza y delante del aclamado traje. Mi segundo error fue haberme compenetrado tanto en mi papel. Si en ese momento me hubiese convertido en cucaracha para retirarme con sigilo, La señorita cuñada hubiese sido confundida con borracha, reanimada con agua mineral y consolada por su divorcio que la llevó a la ebriedad y la perdición. Sin embargo, cuando la mismísima cuñada, sobria y decorada, socorrió a la abuela para sacar a la otra versión de sí misma del cuartito, el desconcierto fue absoluto. Me convertí en insecto apenas me di cuenta de mi error, pero el daño estaba hecho, y a pesar de que en todas las películas de humanos se enseña que el humano real es el que está drogado y escondido, mi actuación como impostora había sido tan buena que nadie paró de increpar a la señorita Cuñada. Al desaparecerme rápido algunos siquiera notaron mi presencia y acusaron a la abuela de ver doble, sin embargo no pararon de increpar a Cuñada por estar borracha, divorciada y dormida sobre el disfraz de Papá Noel, que yacía desordenado en el piso a la vista de los niños que lloraban y pedían resarcimientos morales y económicos por la mentira en la que habían sido sumergidos durante el total de sus vidas. Finalmente Laura colocó a su cuñada, su borracho marido, su madre y sus niños en una camioneta y salió disparada en dirección Sur.
Navidad: Fracasada. Misión: Exitosa.