Al silencio absoluto en el que se puede distinguir un ladrido, que sólo se conoce después de hundirse en el bullicio. Al olor de casa, olor a humo y a asado que se entiende después de encontrarlo en la valija al abrirla en otra punta del mundo. Y volver a tu trabajo, a tu estudio y a tu calma, y que no te importen, nada.
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