1.4.15

Intento frustrado de llanto

Algo perdimos. Perdimos porque me faltan la documentación, la plata, el coso en el que va la plata, las llaves, el teléfono, las tarjetas, el papelito con un dibujo, el papel que declaraba que perdí el papel para que me devuelvan una plata de un curso, varios billetes de todos los tamaños y uno de dos con valor sentimental. Perdimos porque los gritos nerviosos que pego no llegan a ninguna parte y porque busqué una pastilla y una libreta universitaria por todos los cajones de la casa y no encontré ninguna de las dos. Perdimos porque la única diferencia entre esas señoras empastilladas que duermen con Rivotril y yo, es que yo no sé dónde se guardan en esta casa las pastillas.

Un día, cuando triunfe o me muera, cuando triunfes o te mueras, o nos pase algo peor que morir, o andemos por ahí en los confines teniendo que declarar nuestros crímenes o disculparnos o levantar los cuerpos de linyeras zaparrastrosos del umbral de un banco… Un día cuando pase algo de eso te voy a hacer acordar que nunca decidimos nada, que somos un montón de momentos arbitrarios de vida o muerte. La diferencia entre un ganador de un nobel y un muerto anónimo atropellado en una avenida es igual a los segundos que pasaron entre su paso y el del siguiente auto, cada vez que un ganador del nobel, durante su larga vida, cruzó una avenida. La diferencia entre una desquiciada y yo, ya te dije, yo no tengo pastillas. 

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