A mí, que no puedo nada sin rodeos (es de humanos, dice Hegel), me encanta tu cosmovisión: las líneas que forman los puntos arbitrarios del universo cuando vos los estás mirando.
Y cuando cerrás los ojos puede que se desalineen. Pero ya se imprimieron, como una marca, como una grabado, en alguna piel, y en la de las palmas de mis manos.
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