Con la lluvia entrando por todas las rendijas, y el viento amenazando con tirar los palos de luz contra las ventanas, el río llegando a las patas de la cama y el cielo más blanco y violeta que azul. Con todo eso la tormenta no consiguió ser, esa mañana, la primera cosa que se le vino a la cabeza. Todavía (me dijo), tenés más fuerza que el temporal.
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