Parece que en Junio...
Alguien dijo hace mucho que escribir es pintar con las palabras. Tamara Grosso crea en Entre el blanco y el negro su propia paleta: dulce pero intrépida, simple y a la vez compleja, en un arcoíris narrativo que justifica el “entre” que lleva el título.
La autora juega con una inocencia corrompida por un inteligente cinismo. Los personajes, surrealistas, animados por una pluma sutil pero a la vez crítica, permiten a los lectores –sometidos a una tensión narrativa que no decae– moverse en atmósferas de ensueño, pero también rozarse con el barrio, con la vieja chusma de enfrente, con la compañera tímida del trabajo.
Desde un extraterrestre hasta un átomo, pasando por personas, objetos inanimados y hasta un botón alcoholizado en la gran ciudad, conviven con una armonía envidiable en una gama de relatos que va entre el blanco y el negro.
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