Me regalaron un planeta de mentira que debería flotar electromágicamente en el aire. Y esto es verdad, así de literal. Y no funciona. No se queda sobre su eje, no tiene estabilidad. Y los electrodomésticos y similares asimilan su comportamiento con migo últimamente. Y dice un tal Walter que escribir es la única forma de pensar y un tal Roland que la literatura es la única escapatoria. Y me dice el genial estado de facebook de alguien que leyó a alguien más, que no me valla al carajo, y que siga creyendo que existen el amor y todas esas locuras que a mi nunca me tocan. Y deben ser señales entonces. Así que acabo de decidirlo, vuelvo a mi eje, es hora de volver a mi eje. Aunque no me lleve jamás a ningún lado, mejor estar suspendida en el aire que a la deriva. Menos mal que sólo me salí de él completamente en la teoría, gracias a la vida que no me dio tiempo de llevar mis tristes experimentos al mundo real. ¿Y ahora qué? Ahora no sé, Pero ahora tengo un mundo. Y el mundo es un pañuelo. Y todos los días alguien me demuestran otra vez eso. Así que tengo un pañuelo, por si acaso.
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