El mundo está lleno de gargantas del diablo, pero está tiene cuerdas vocales para cantarle al cielo.
Ojalá pudiera pararme allá arriba y a la vez quedarme acá, para ver cuán chiquita soy.
Alguien canta de la Puna y del amor y afuera los micros pasan y vamos a perderlos tocando la guitarra, como pasaba en la última escena de esa película que una vez te conté.
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