No me correspondió quererte; ni verte. Ni aprender aquellas cosas que nuestros padres que no son padres tenían reservadas para algunas suertes. Suerte a veces tengo pero no ayer, cuando hubiese sido mala, verte de cerca es una condena y si creyera en algo sería en maldiciones. No es mío ese consuelo de tontos del aprendizaje, y el otro día quede muy mal adelante de los espíritus por reírme de ellos. Le digo espíritus a algunas personas, las que buscan su alma en un rincón de escuela, y dicen de afuera haber dado con ella. Le digo espíritu a una amiga que dejó de ser compañera para ser feliz. Le digo espíritu también a todas las santas que condimentan lechuga dejando en eso su vida;
mi tía mi otra tía mi prima su hermana su madre mi abuela. La madre y la hermana de ella, sus tías sus primas las hijas las madres hermanas primas la hermana la hija. (Mi mamá no).
Cada vez que vengo a la costa, ocurre alguna guerra por condimentar la lechuga.
Hoy dijo papá que había carne para hombres y carne para mujeres; que la de ellos era la que estaba a punto. Y yo elegí la equivocada. Siempre que vengo a la costa ocurre un asado y adentro las mujeres rayan la zanahoria y afuera los hombres toman el vino y es el año mil ochoscientos cuarenta y tres;
y yo quiero estar afuera.
Recién dije algunas cosas tan horribles como el feminismo barato de la chica del short campana. Hay una chica que tiene un short negro de tela que parece una pollera. Hoy caminé cientos de cuadras (por el mar) y me acordé de ella. Hoy caminé cientos de cuadras e imaginé un chiste que no tendrá ocasión, Hoy pedí permiso para contagiarle a un grillo mis penas y en un gesto de algo, le mostré a mamá una canción de la luna llena,
Hoy quise odiar a la luna que me hacía sentir mal de no estar feliz aun viéndola ser hermosa, y le saqué una foto porque quien sabe si hoy habrá que mentir de nuevo. Hoy hablé un montón de todos mis escapes volando, y mis escapes rodando... Y me preguntaron ojos rubios por todo lo que no sé. Hoy me correspondió pensar con los pies en la arena en una caminata de los quince, cuando la paz aún podía ser buena pero mis pies ya esquivaban la paz. Hoy me correspondió mirar una cosa bebé que no tendré nunca y después pensar que sí, que no, que no de nuevo y que las leyes y las agujas por el amor de lo que sea y mejor así mis sentimientos y nadie me arranque (con manos de mocos) las cortinas. Hoy me correspondió pensar en causas-consecuencias y en miedos de la infancia y en miedos del futuro. Hoy me correspondió olvidarme del intento zen-la vida. Hoy me pregunté un ratito (...) después recordé; mejor dejar mejor no ser mejor borrar ignorar -hacete la tonta-. Hoy me correspondió suspirar en un vaso pegajoso de sidra con helado; pensar en la vida de a tramos, en que no es culpa de la luna y que mañana ojalá. Que ojalá mañana, ojalá mañana, un helado de limón barato, pero que sea mañana, Quiero eso, pero en la mañana; antes que el café; yo prefiero, alguna de tus marañas. Mañana no hay nada salvo otra dosis de mirar tus ojos como si en el fondo se escondiera el resultado del estudio de algún mal con la muerte terminal. Mañana no hay nada excepto otro trampo de un devenir infinito. Mañana no hay nada excepto confundirte en el caso improbable (probable de pruebas) de que tu desayuno se atragante de mi imprenta,
Mañana no hay nada, excepto el lago de wisky barato que arrastran mis sangres.
Mañana no hay nada, excepto un recuerto, de una charla que no iremos a beber.
Mañana no hay nada, excepto variedad de alcoholes de quemar baratos sobre un short campana.
Mañana no hay nada excepto excepto disimular que sin tus oídos no escucho.
Mañana no hay nada, porque mañana aprendí; imaginarte no es nada.
Mañana no hay nada, porque no.
Mañana no hay nada, porque las células mueren...
Mañana no hay nada,
imaginación,
mañana no hay nada
(nunca llames corazón),
mañana no hay nada.
Anteayer, mujer,
tu antisuerte te delata.
Anteayer, mujer
(no se quién esté peor).
No hay comentarios:
Publicar un comentario