Hace como cuatro días que la busco, pero no encuentro la frase que justifique por qué me gustan los fuegos artificiales; más allá del perro, del bosque, de la tragedia y del propio miedo que me causan. Los trato de justificar, incluso, a pesar de que un día me asustaron tanto, que pensé que de verdad se estaba terminando el mundo.
O será, en realidad, que me fascinan justamente por eso.
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