A la mañana llueve. Quiere algo rico. No es que no haya. Hay varios tés, y capuchino. Bizcochitos, galletitas de todos los colores, o pan y mermelada. Pan con manteca y azúcar. Pero no quiere nada.
A la tarde pasa por el super, arrasa. Té de manzanilla y anís porque se encaprichó con ese, chocolate semi-amargo, galletitas de avena con chocolate, y de chocolate con limón, almendras y cosas de esas, y también palitos de queso, tostaditas de jamón, y queso filadelfia. Provisiones para pasar el invierno, o los parciales, o por lo menos un par de apuntes.
A la noche tiene el té servido, los apuntes en la mesa, un sahumerio prendido, y ganas de comer algo y no quiere nada de lo que compró. Quiere caramelos, tiene muchas ganas de comer caramelos de miel con limón. Y nada más.
Y así es con todo.
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