El corazón de un espantapájaros no es más que un nudo de trapo. ¿Qué tanto mal puede hacérsele a un nudo? Nada. El muñeco de trapo no va a sentir el dolor. Lo peor será alguna tensión, algún desatarse, y como regalo del cielo, la liberación del nudo.
El nudo ya está desatado. De ahora en adelante, de ahora a que el pedazo suelto del muñeco llegue al río y se pierda para siempre, no va a pasar nada; o quizás ocurra que se quede enredado en mil árboles y sea remolcado por miles de pájaros y rescatado por millones de viejas, y utilizado como un trapo por millares de marinos, y atraviese la totalidad de los continentes.
Pero está desatado, y podemos respirar con calma: a la altura del corazón, es mejor tener cualquier cosa menos un nudo. Incluso un vacío. E incluso para los que corazón no tienen.
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