Entre tus estanterías, un día me encontré perdida, y pensé que en esa inmensidad nunca podría encontrarme, más que merodeando como intrusa, como rata por tirante.
Otro día, cuando el viento ya te había llevado, me encontré un libro que te había robado, y entre las páginas, que estaban un poco mordidas, encontré un diálogo, que me decía:
Este septiembre nadie lo predecía, hace mucho no hay un tiempo así.
Y yo te dije que todo se paga; que esta lluvia constante, yo te la advertí.
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