Cuando escribo así no me gusta; toda metadiscursiva y quejosa y críptica y un poquito monotemática. Pero vuelvo, siempre vuelvo, eterno retorno a la nada. Como si buscara repetir el lamento hasta que un día se haya convertido en obra maestra.
Tengo que encontrar un cuaderno que tengo tirado por ahí (me mandó un maestro). Cuando lo encuentre puede que vaya a llorar, o puede que vaya a reírme de mí.
Pero puede que no lo encuentre nunca, nunca cuido (ni un poco), nada con valor sentimental.
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