La idea se me debería haber ocurrido hace años, siglos, o allá por el septiembre pasado, cuando era una revolucionaria secreta de las interacciones personales. En realidad se me ocurrió, pero en abstracto. Como una forma de vida para recomendarle a los marcianos o para ponerle a personajes de cortos que a nadie le pareció hacer o de cuentos que nunca voy a terminar de escribir. Es que no había con qué materializarla, pero supongo que el inconsciente se encarga de ir creando las condiciones para esas cosas (el mío lo hace particularmente lento).
Después cambié de parecer, o me olvidé, o que se yo, y me enredé en el más aburrido y normal de mis enredos. Que no por ser el más normal deja de ser raro. Y no por raro deja de ser aburrido. Y no por ser aburrido deja de ser... acá no sé que palabra ponerte.
Ahora, con detalles que producen sentido de primavera (porque en primavera no estamos. pero justo viene a coincidir que hoy hizo 26 grados, y yo estaba en casa, y al cuidado de las benditas plantas), me acuerdo de que necesito, con urgencia, creatividad o suerte. Y suerte nunca tuve. Así que intentaré otra cosa, aunque sea sólo en la imaginación. Si total, de ahí nunca salimos, más que una mentira de mate.
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