30.11.13

La parte sin el todo

"Un harén de gente mala para reconquistar en otra vida". Eliminar palabras absolutistas como inabordable, y otras como insoportable. Reemplazarlas, ablandarlas con un para. Inabordable para los disfrazados, insoportable para los que brillan. Así mejor.
No sería inteligente de tu parte desaprovechar el limbo: jugar y después reiniciar. ¿Quién no querría? Es momento de asumir algunas cosas, si no lo hacés. 
—Lo hacés sonar tan fácil... fácil era cuando creía que sabía lo que estaba ocultando.

29.11.13

Globalización

Globalización, en el título de un capítulo de la última unidad del programa de políticas  y planificación de la comunicación. Pregunta de final. Alumno, explique el concepto. Claro que le explico. 
Es la certeza de que hay algo de violento en todo esto y la ansiedad de Moscú el 8 de Enero. El saquito de té, ingenuo arriba de la mesa manchando unas fotocopias de un librito de Ruso de la unión soviética. Un papelito con el intento de escribir en Cirílico el nombre de todos mis amigos, puesto de señalador en un texto que dice cosas tan poco trascendentes como que canal 9 se llamó Azul en los noventa. Y Plutón a veces no es un planeta y en Kuala Lumpur una niña le rompe a su hermano el robot que le regalaron para el cumpleaños, ¿y porqué Azul habría de ser más relevante?
Es la orden de compras del pasaje procesándose en este momento en algún lugar del cosmos y del semiocapitalismo para que el ticket virtual aparezca en mi Gmail antes de que mañana sean cumplidas las 72 horas hábiles de mi click. Es la amistosidad de Chuang y soy yo asegurándome de poner un tamarismo imposible de identificar para el Google Translate en caso de que mis futuros eventuales amigos también estén chusmeándome intergalácticamente. 
Son las botas de caña alta marrones con peluchito sintético talle 6 en numeración norteamericana que vienen por el atlántico en un free shipping prometiéndo llegar en 39 días, justo a tiempo para ser metidas en mi valija, despachadas en el avión, posiblemente perdidas en un aeropuerto y recuperadas para aparecer en mi foto enterrada en la nieve hasta las rodillas.
Es decir casualmente en un pasillo que imposible no es nada, casi que ni la luna. Es conocer otro departamento de un estudiante de comunicación y comprobar felizmente que no vamos a dejar de usar aguayos de manteles aunque nos recibamos, y es un despertador sonando en el celular de una chica de indonesia que se levanta ahora con la misma idea fija en la cabeza con la que me voy a levantar yo en 5 o 6 horas,  y son las fotos que cada una vio de la otra y que no van a tener nada que ver con la vida real pero que ahora forman el recuerdo de algo que todavía no pasó. Cuando tengamos recuerdos realesquizá ya no nos pensemos, o quizá si, y quizá sea también un verano 2015 en Tailandia con los hindúes y los brasileros y al mismo tiempo un verano 2015 de trabajo esclavo en un local de ropa pagando mis deudas, si sigo sin avisar en el trabajo que pretendo desaparecer y luego volver a materializarme. Es no animarme a avisar porque lo ensayo en mi cabeza como si se tratara de comentarle humanamente a alguien lo que pienso hacer, cuando en realidad se trata de un mail, porque es perfectamente posible haber trabajado dos años para alguien sin haberle visto la cara ni en video.  
Es pensar si no irán a mandarme una sola bota por no haber aclarado que quería las dos y Luciano diciéndome que no, que hay cosas internacionalmente obvias, y yo pensando si intergalácticamente también, y si el que dice naturaleza humana dice naturaleza marciana y si sería discriminación decir marciano en lugar de extraterrestre y que me guste tanto esa canción tontísima de Natalia LaFourcade  y que  mi celular me notifique que Rashika Hoa me está invitando a Nueva Delhi y que sea un mensaje standard pero no tan despersonalizado como el mail de Happy Thanksgiving de la compañía, y la calculadora viendo que la campera me llegaría a tiempo para viajar pero no a tiempo de comprar una más térmica en caso de que el fotoshop la esté haciendo ver más abrigada, y haber odiado un poco el verano toda la vida y ahora hacerme la rebelde y esquivarlo y hacer chistes con escribir un libro en la cárcel y que mamá me rete porque "pobre Camila" y divagar, divagar y pensar en qué nivel el divague deja de ser entendible para un Nepalí estudiante de Japonés con un Wordreference spanish-english en la otra pestaña, y si acaso podrá ser más entendible para él que para alguna amiga media olvidada a la que en un momento se le descontextualizó mi vida, y si acaso puedo no poner puntos para que todos ellos dejen de leer porque de pronto me importa dar una buena primera impresión, porque la primera en este caso va a ser practicamente la última, y porque tengo un trabajo ajeno sobre eso acá en la misma mesa, con el saquito de té y los libros en ruso y el cuadernito con los pocos apuntes sobre la ley de medios, y porque voy a empezar la tesina y voy a seguir pagando las 18 cuotas, y porque si al fin y al cabo me mandan sólo una bota y no el par va a ser una buena historia para contarle a los nietos que eventualmente no quisiera tener y para los que eventualmente no sería una buena historia porque comprarían por telepatía, ya que tendrían en el cerebro un chip mezcla de un capítulo de Black Mirror con "democratización de la televisión digital  terrestre mediante la interactividad online" y poner un punto porque no da mas. Y es pensar que al menos la historia del pseudocasamiento de Caro en Tocaña no puede devaluarse. 
Y disculpe, es también un proceso económicotecnológicosocial y cultural a gran escala, que consiste en la creciente comunicación e interdependencia entre los distintos países del mundo unificando sus mercados, sociedades y culturas, a través de una serie de transformaciones sociales, económicas y políticas que les dan un carácter global.

26.11.13

Conceptos cenicientosos

Tanto cine importado, tantas latas y tanta Cuevana nos llenaron de personalidades descontextualizadas. Y apenas se me ocurre pensar en eso, se me ocurre preguntarme si no soy uno de ellos.
Todos disfrutan más la vida cuando tienen la seguridad de que se la van a poder sacar un rato de encima. Algunos se la sacan más fácil. Otros están más impregnados, y algunos la confunden con conciencia.
¿Porqué no quiero lo que creo que quiero?
¿O hay de verdad algo trascendental en los sentimientos?
¿O es solo impregnación de conceptos cenicientosos?

18.11.13

Relámpago

Como silencio renegado solamente, pero es el único pensamiento que vuelve; el único que vuelve después de dos días de aislamiento político-comunicacional, el único que vuelve de darse una vuelta por el norte y más allá, el único que vuelve de la borrachera, el único que vuelve de un día de grabación, el único que vuelve después de pintar, el único que vuelve después de una película, el único que vuelve después de un examen, el único que vuelve de Rusia, el único que vuelve de un ensayo, el único que vuelve de dormir. Lo único que vuelve a la cabeza, como constante, con independencia, sin que nadie lo llame, sin anotarlo en agenda, sin que suene el celular. Y contradice cualquier atisbo de razón, de inteligencia, y del YO que se escapa.

13.11.13

Desidentizarse

Catarsis. Porque aunque la catarsis no pueda ser nunca interesante, es siempre bella. Quizás porque no podemos negar que hay una estética irrefutable en el dolor ajeno. 
No es lo mismo la angustia que la experiencia del horror. La angustia no tiene objeto. Y ese es el punto. Vacío por el vacío. El nudo en la panza, ¿es cultural?
Se levanta una mañana y dice que se va a Rusia. Y se va. ¿y quién se puede bancar vivir con alguien así? No les gusta a los humanos la incertidumbre, y no la toleran cuando nace de la voluntad. No está bien vista la elección de ser incierto. Como si nos hiciera creer que vinimos para prometer.
Ingenuidad, vestido de la humanidad para pensarse humana. No hay certeza de que alguien vaya a estar mañana sólo por decisión. Eso si era horror: el insomnio de la infancia pensando que el techo se iba a caer sobre mi cama, o sobre la de mamá. ¿Porqué un poco de madera iba a sostenerse infinitamente sobre nosotros sin caerse, sin aplastarnos? 
El azar de lo inconmensurable se soporta. Se niega. El azar por decisión propia, no. Como si, a pesar de decirnos modernos y ateos, aceptáramos el azar como designio divino, como decisión de algo trascendental sobre nosotros, como si no se tratara realmente de azar. Pero el azar por decisión voluntaria se torna insoportable, incompatible con la hipocresía que la sociedad, la convivencia, el cariño como puesta en escena para soportar la vida, demandan.
Hay que justificarse por donde uno pone los pies. Como si fuera justificado comerse un tomate en vez de una berenjena o tomarse el subte en vez de caminar, pero esos detalles son más fáciles de justificar en la imaginación del otro. Irse porque sí no se justifica ni siquiera si se admite que se escapa. Escapar por el mero hecho de hacerlo no está contemplado, como si el escape debiese contemplar un nueva contención, no sea cosa que no haya de dónde querer escapar después. 
Pero de un paréntesis, de un acto, de una puesta en escena, de un juego, no hay porqué escaparse. Escapar es necesario, o prometedor, cuando la existencia se nos quiere hacer creer infinita: cuando se nos hace prometer. Estamos obligados a prometer que vamos a seguir existiendo, y de la misma manera en que lo hacemos, o al menos en la que se espera que lo hagamos, o de alguna manera que pueda ser esperada, mesurable, pasible de encajar en las rutinas de los demás.
La queja sobre la rutina es el más ingenuo intento frustrado de acto crítico de los que no se saben quejar. La rutina no es hacer siempre lo mimsmo, la rutina es prometer que mañana van a encontrarte en el mismo lugar. La rutina es la palabra esclavizante. 
Idea que cada vez se me presenta más irrefutable. Las palabras no liberan, porque la palabra promete. Incluso el relato, promete que algo fue, y que tuvo un efecto que debería perdurar. La palabra encierra, coarta, y es tan determinante que la misma lucha en su contra parte de ella. La palabra es irrenunciable, es la adicción humana más fuerte, la primera. No se puede dejar de hablar. O algunas monjas de clausura lo hacen. Algunas deben estar gastándose en hablarle a Dios pero algunas quizás entendieron todo. La decisión de no hablar y no encerrarse, por otro lado, no está contemplada.  ¿Porqué? ¿Necesidad, pragmatismo? No creo. Es que no está permitido vivir sin repetir todo el tiempo quién vas a ser mañana. Nos dijeron que identidad era algo bueno. ¿Que había de bueno prometer todos los días que seguirías siendo vos? ¿Quién está conforme con su rostro? ¿Quien quiere tener el mismo mañana?
¿Pero quien no sede a quedarse en su disfraz solo para no atravesar el horror, mañana, de levantarse y no encontrar nada conocido?
Estúpidos que tenemos más miedo del horror que del vacío.  

8.11.13

anastesia

Esa chica rubia no se queda callada
y la tiene sin cuidado seguir anestesiada.
No abre los ojos de propia sorpresa
y no te escucha, no te lee!

No se va de improviso a otro planeta
pero va a irse al shopping
¡Que en su escala es lejos!
y va a ser más triste. 


6.11.13

Foucault, marcianos y otras cosas.

     1. PRIMERA MISIÓN: PUERTA

Es mi tercer día en el planeta Tierra. Mi misión era estudiar un tipo de terrícola denominado humano, que habita una construcción con una lógica que aun no comprendo, denominada ciudad. Adopté la forma de uno de ellos y exploré las calles por dos días. Para mi excursión final decidí intentar llegar dentro de una de sus construcciones, y elegí la que se llama boliche, ya que es la única en la que hay humanos despiertos pero poca luz artificial, que daña mi sistema.
Dentro de los boliches se pueden encontrar varios tipos de terrícolas, sobre todo humanos y cucarachas. Puede haber otros, como mosquitos y moscas, pero en una cantidad mucho menor. Para estar adentro del establecimiento hay que atravesar lo que se denomina puerta,  un espacio en la pared que es removido ocasionalmente para que los terrícolas circulen “dentro” y “fuera” de los espacios en los que viven. Entrar y salir son palabras humanas que significan que los humanos no tienen que respetar todas sus reglas todo el tiempo, sino solamente cuando están dentro de los espacios en los que tienen que cumplirlas, o también de grupos, es decir, varios humanos que están cerca y hacen lo mismo.
La puerta, sin embargo, no es para ellos una puerta por su simple carácter de espacio libre en la pared. Hay espacios libres por los que no pasan, o lo hacen sólo algunos, y otros que no son puertas pero también sirven para salir y entrar.[1]
En el boliche, las puertas podrían ser atravesadas por cualquier terrícola habitante de la ciudad, pero sólo lo hacen algunos.[2] Las atraviesan todas las cucarachas, ningún perro, gato o paloma, y algunos de los humanos. El criterio de entrada de estos últimos responde, aparentemente, a ciertas reglas rituales de colocarse objetos, denominados ropa, sobre su cuerpo. Al parecer no pude imitar este sistema correctamente. Mediante este ritual demuestran al humano de la puerta que son dignos de atravesarla. 
Por medio de la estadística, deduje que los que más pasaban por la puerta eran los que llevaban los objetos denominados, en lenguaje humano coloquial, como pollera, tacos y collar. Utilicé los tres elementos, pero el humano de la puerta negó con la cabeza y con la mente, sin usar palabras humanas, y con una expresión facial que según nuestra base de datos corresponde con “asco”.
Luego de una lectura más atenta de las mentes de quienes estaban en la fila, advertí que los humanos suelen confundir sus rituales de identificación externa con lo que llaman naturaleza. [3] Para atravesar la puerta, deben demostrar, mediante su aspecto, que pertenecen a ciertos grupos, con características comunes entre sus miembros, como una edad y un estilo  concretos, que son adecuados para hacerlo.[4] Ellos sólo pertenecen a esas categorías en medida que se colocan los accesorios adecuados para demostrarlo. Sin embargo, suelen pensar que su pertenencia a ellas es algo trascendental.
Habiendo fracasado en el traspaso de la puerta, evalué tres opciones: pasar de todas maneras, volver a la nave, o volver a intentar bajo la forma de otro terrícola.
Ningún humano intentaba ingresar luego de la negación de cabeza, a pesar de que hubieran podido intentar hacerlo velozmente o saltar por encima del humano, en los casos en los que su tamaño lo permitía.[5] Al no comprender porqué no lo hacían, decidí que no era prudente hacerlo, puesto que los humanos se perturban cuando sus reglas arbitrarias no se cumplen.
Volver a la nave no me pareció adecuado para la misión, así que decidí intentar pasar en forma de cucaracha, tipo de terrícola que puede atravesar cualquier puerta de la ciudad sin llamar la atención. El éxito fue inmediato.
PRIMERA MISIÓN, ATRAVESAR PUERTA: SUPERADA.

    2.      SEGUNDA MISIÓN: CONTACTO HUMANO

Curiosamente, aunque las cucarachas pueden pasar por todas las puertas, una vez adentro son bastante aplastadas. Por eso, cambié nuevamente a la forma humana.
Luego, me propuse la misión de entablar contacto con uno de ellos. Para esto fue necesario observar atentamente su comportamiento.
Con el cuerpo humano sentí algo de desorientación, ya que ahora no sólo me aturdían los pensamientos y la variedad de estados mentales[6] (todos los terrícolas piensan y sienten cosas diferentes al mismo tiempo y sin parar casi nunca), sino también los extraños juegos de luces y el ruido constante, llamado música. Ambas cosas son muy molestas cuando se utilizan órganos sensoriales humanos para percibirlas, y no permiten utilizar el cerebro en su máxima potencia. Sin embargo los humanos aparentemente gustan de saturar sus sentidos en el boliche, e incluso utilizan sustancias para hacerlo. No es fácil comprender el gusto por esta molestia, pero aparentemente tiene que ver con una forma de impedirse a sí mismos usar los sentidos para percibir aquellas cosas que ellos mismos producen pero luego no desean ver, oler y escuchar, como la soledad o la pobreza.[7]
Al menos, eso volvía imperceptibles las voces humanas. Ellos piensan a la vez que hablan (un ruido que hacen y perciben con sus órganos para mostrarse sus pensamientos, ya que no pueden compartirlos normalmente). Es una técnica muy poco perfeccionada, y lo que piensan y lo que dicen es muy diferente, por eso escuchar sus voces es notoriamente molesto.
El comportamiento adentro del lugar es el siguiente: todos los humanos están de pie, la mayoría agrupados. En principio no se comunican. Escuchan música y realizan movimientos sin sentido. La mayoría se mueve brevemente en el lugar.
Algunos realizan movimientos mucho más exagerados. La mayoría de esos tienen pollera. Algunos se suben en escalones para mostrar sus movimientos exagerados al resto. La mente de aquellos que adoptan esta actitud suele tener estados opuestos a la vez, que me aturden, así que preferí alejarme.
Debajo de los escalones algunos humanos buscan contacto físico con los otros. (No intentan contactarse con los que están en las elevaciones del suelo). El análisis de sus mentes en esos momentos es, como siempre, confuso y contradictorio. Por un lado, el contacto con otros humanos es una forma de calmar su soledad, pero al mismo tiempo juegan una especie de concurso en el que se sienten obligados a establecer contactos exitosos o al menos a que alguien intente contactar con ellos.[8]
 Resulta curioso que no usan su lenguaje para conseguirlo, como hacen en otras situaciones. La música está demasiado fuerte para que su idioma funcione. Podrían bajarla. Incluso el humano que controla la música a veces habla con los demás y acepta sus órdenes. Pero nunca la bajan.
Entonces, los humanos acuden a diferentes métodos, como a)tomar un humano al azar por las manos, b)simular que hablan (aunque no se los permita el sonido), o c)tocar el cuerpo del otro humano con sus manos. Suelen ser más efectivos los dos primeros, pero con el correr del tiempo se hace más frecuente el último. [9]
El aspecto exterior de todos los humanos que intentan activamente contactarse es similar, salvo excepciones. Tal vez se trate de una distribución de roles para el contacto, similar a la de otros animales terrestres como las aves.
Mientras observo, en mi versión de humano con pollera, un humano intenta establecer contacto conmigo tocando con su mano la espalda de mi cuerpo. Salto en la multitud porque me causa cosquillas, luego lamento perder la oportunidad de contacto. Otro humano toma mis dos brazos y trata de acercarse. Leo su mente y decido abortar la misión.
Resuelvo intentarlo una vez más adoptando una forma similar a la de ese humano, versión con pantalones. Elijo azarosamente otro humano e intento el método de simular que hablo. Realiza una expresión extraña y su mente indica que no entiende nada. Elijo otro humano, con pollera, e intento tomarlo de sus brazos. Se suelta sin cortesía y su mente indica que está muy disgustado: siente enojo. Yo también siento disgusto por haber fracasado en mi intento de contacto.[10] Intento demostrárselo, pero recuerdo que el cuerpo humano que estoy usando no me permite mostrar mis sentimientos. Decido abortar definitivamente la misión.
SEGUNDA MISIÓN, CONTACTO HUMANO: ABORTADA.

    3.      TERCERA MISIÓN: EXPERIMENTAR FELICIDAD

Luego de fracasar en el intento de establecer contacto humano, decidí intentar una última y arriesgada misión: experimentar felicidad. Este es el estado mental que los humanos más buscan, y es una idea humana que me resulta muy curioso explorar.
Ese fue uno de mis motivos al elegir visitar el boliche: según la investigación en Facebook, (un espacio en internet donde los humanos señalan dónde, cuándo y con quién son felices, e indican que les gusta que los demás lo sean), encontraría mucha felicidad y diversión en este tipo de lugar. Al hallarla en las mentes humanas, solo debería imitar la conducta de esos terrícolas para experimentarla yo también. Sin embargo, no encontré este sentimiento en muchas mentes.
Desarrollé 4 hipótesis al respecto: a)La felicidad humana no es perceptible a nuestras mentes. b)Los humanos son muy poco felices y encuentran el boliche comparativamente feliz. c) Los humanos no son felices pero mienten para hacer a otros felices. d) Los humanos no son felices pero mienten para que los otros humanos se sientan comparativamente menos felices que sus pares, y así elevar su nivel relativo de felicidad.
La última hipótesis parece demasiado compleja para la simple mente humana, pero la abrumadora lectura de sus pensamientos deja ver que mienten sobre su felicidad, y no parece que realmente se alegren de la felicidad de sus conplanetarios.
Considerando que nosotros nunca antes hemos tenido problemas para identificar algún sentimiento en ninguna especie de la galaxia, voy a tomar como válido que algunos humanos son felices por relatividad, y otros directamente no lo son y mienten.
Por otro lado, en los casos en los que sí pude leer felicidad en las mentes de los humanos, nunca la encontré exenta de constantes paradojas. Los humanos felices, a su vez, están predispuestos a la competencia. Y en la competencia, quieren serlo más que los demás. Pero el deseo de ser más felices solo puede producir infelicidad, por el hecho de no lograrlo cuando se sienten obligados.
Si todo humano feliz compite, y todo humano que compite desea ser más feliz, pero a la vez todo humano que desea ser feliz es infeliz, llegamos a la conclusión de que los humanos no pueden ser felices. Sin embargo, no cambian la regla de obligatoriedad de la felicidad, que es la que la vuelve inviable. [11] Esta idea es muy compleja y al intentar leerla en las mentes humanas uno suele perderse sin remedio. Muchos humanos intentaron desentrañarla, y varios de ellos lo escribieron en lo que llaman libros.
Lamentablemente, el método de los humanos para enterarse de lo que dicen los libros, llamado lectura, es sumamente lento, por lo que no hay humanos que puedan leer más que un 0,00001% de los libros disponibles. Es una pena, porque algunos son incluso interesantes, por ejemplo el de un humano llamado Sigmund Freud, que absorbí por ósmosis en el boliche para ayudarme a concretar mi misión. Recomiendo no absorber libros es presencia de humanos, porque sus expresiones faciales indicaban desconcierto.
Según este humano, la felicidad tiene una antítesis, el sufrimiento. Aparentemente, el sufrimiento amenaza a los humanos desde tres lugares: su propio cuerpo, que les hace sentir dolor, molestias y limitaciones; el mundo exterior, que les presenta amenazas y límites que a la vez ellos mismos crearon, y las relaciones con otros humanos, que no pueden evitar porque simplemente todos son muy inútiles por separado.
En consecuencia, buscan la felicidad (o por lo menos la ausencia de su antítesis) de tres maneras: aislarse, consumir sustancias que la produzcan, o buscar un estado mental que llaman amor como única fuente de bienestar, para olvidarse que no tienen ninguna otra.[12]
Aparentemente, dentro del boliche los humanos utilizan el método de las sustancias en su más libre expresión, y adaptaciones precarias de los otros dos. Se aíslan mediante la saturación de sus sentidos, y buscan una especie de imitación del amor por medio del contacto físico.
Luego de esta conclusión, decidí que ya había fracasado en estos dos últimos métodos y que el único remedio para que la misión no fuese un fracaso era intentar con las sustancias, método que al principio había descartado porque no parecía eficaz, ya que la mente de los humanos está modificada por sustancias todo el tiempo, y a pesar de esto no son felices.
 Algunas son para estar más despiertos, otras para aumentar su sensibilidad, para relajarse, para deshinibirse, para reírse, para bloquear algo que llaman dolor. Otras son para no estar deprimidos ni asustados. Todas de alguna forma u otra para seguir trabajando y compitiendo. Se supone que son para lograr la felicidad, pero también pareciera, desde sus mentes, que en realidad son sólo para volver a desearla. [13]
El panorama no me resultaba muy alentador, pero de todas formas me proveí de todas las sustancias que hallé en el lugar y las ingerí con el cuerpo humano imitando a los terrestres.
Desafortunadamente no me causaron nada, asumo que porque seguía usando mi propio cerebro, en el cual no funcionan. No habiendo alcanzado la felicidad decido abortar también esta misión y volver a la nave.
TERCERA MISIÓN, EXPERIMENTAR FELICIDAD: FRACASADA



   Esto fue un parcial. 




[1] J.Bruner, Actos de significado Pág 59 y 75. La puerta sólo es una puerta cuando se le atribuye ese significado, o cuando se “negocia”.
[2]Foucault, Sujeto y Poder, Pág 12.  Cualquiera podría tratar de cruzar la puerta por la fuerza, pero no lo hacen porque actúa el poder.
[3]D. Haraway, Manifiesto ciborg.  Quizás el término “naturaleza” en esta parte es confuso, pero hace referencia a “esencia”. Así como desde Haraway se puede sostener que “nadie es una mujer”, nadie es joven o viejo o de una clase social por una cuestión de esencia, sino que lo somos en medida que actuamos según las categorías que construimos.
[4] J.Bruner, Actos de significado. Pág. 49 y 59. Al mismo tiempo esto puede pensarse desde Bruner: somos lo que narramos que somos, atribuimos significados a las cosas cuando narramos, y de la misma forma nos identificamos a nosotros mismos.
[5] Foucault, Sujeto y Poder, Pág 12.  Para impedir que algunos entren al boliche no interviene la fuerza física, sino que actúa el poder: nadie intenta convencer al patovica de que lo deje pasar, o ingresar de todas formas.
[6] F. Berardi, La fábrica de la infelicidad. Pág. 35
[7] S. Buck Morss, Estética y anestésica en Walter Benjamin esritor revolucionario. Pág 184 a 186, concepto de anestesia.
[8] G. Deleuze, Postdata sobre las sociedades de control.  En las sociedades de control, estamos en un estado de competencia constante, que se aplica a cualquier aspecto de nuestra vida.
[9] La seducción es poder, porque es intentar lograr en otro una acción deseada. Por eso creo que el tipo de contacto en un boliche no es seducción, en medida que se pasa a un intento de anular la resistencia forcejeando o simplemente tocando a alguien contra su voluntad (y siempre es contra su voluntad porque es sorpresivo). Puede parecer exagerado pero para mí es sometimiento.
[10] Todos terminan sintiendo infelicidad y frustración. Por ser rechazados, por ser forzados, hasta por no ser forzados porque entonces se sienten marginados. Ser feliz es una obligación, como marca Bifo, y a la vez se supone que hay que ser feliz de ciertas formas. Eso solo produce más infelicidad.
[11] F. Berardi, La fábrica de la infelicidad. Pág 85 y 85. Esta es la idea de la ideología felicista. También es la idea de Marcuse en El Carácter Afirmativo de la cultura: la felicidad es obligatoria y además los deseos son unívocos (en El Hombre Unidimensional).
[12] S. Freud, El malestar en la cultura. Pág 13.
[13] F. Berardi, La fábrica de la infelicidad. 44 a 46, y también se hace referencia al tema en Buck Morss, Estética y anestésica en Walter Benjamin esritor revolucionario. Pág 190, permitiendo establecer una relación directa entre el uso de drogas y la necesidad de anestesia de los sentidos ante el mundo.