30.8.13

Dramas

No importa el problema en sí: si alguien se murió, u otro amor no quiso ser, o el trabajo decepciona, o nada más se murieron las plantas. Importa como ese tema suena en la cabeza un minuto antes que el despertador, cómo desaparece y vuelve a traición, como ronda las mesas, las fiestas y las camas, forma un campo electromagnético arriba de la almohada, y se enreda de alguna forma en los nervios, o se enraíza en las células, hasta asfixiar o hasta doler. De eso se tratan los dramas que merecen ser contados.

Simulacros

La idea se me debería haber ocurrido hace años, siglos, o allá por el septiembre pasado, cuando era una revolucionaria secreta de las interacciones personales. En realidad se me ocurrió, pero en abstracto. Como una forma de vida para recomendarle a los marcianos o para ponerle a personajes de cortos que a nadie le pareció hacer o de cuentos que nunca voy a terminar de escribir. Es que no había con qué materializarla, pero supongo que el inconsciente se encarga de ir creando las condiciones para esas cosas (el mío lo hace particularmente lento).
Después cambié de parecer, o me olvidé, o que se yo, y me enredé en el más aburrido y normal de mis enredos. Que no por ser el más normal deja de ser raro. Y no por raro deja de ser aburrido. Y no por ser aburrido deja de ser... acá no sé que palabra ponerte.
Ahora, con detalles que producen sentido de primavera (porque en primavera no estamos. pero justo viene a coincidir que hoy hizo 26 grados, y yo estaba en casa, y al cuidado de las benditas plantas), me acuerdo de que necesito, con urgencia, creatividad o suerte. Y suerte nunca tuve. Así que intentaré otra cosa, aunque sea sólo en la imaginación. Si total, de ahí nunca salimos, más que una mentira de mate. 

28.8.13

Rebalsa

Más críptico cada vez que una nueva lámpara te alumbra. Más sé, y peor, sabés que sé, menos posible es una respuesta, una descripción, un punto.
Desborda complejidad, hasta el punto de pensar en volver al sentido común. Y No es la primera vez en esta semana en la que asoma la idea de que hay que borrar todo y pensarlo de nuevo. No, ningún camino simple es más que una trampa.
Si el poder es que te hagan hacer algo que otro quiere por tu voluntad, ¿La única forma de rebelarse al poder implica no hacer lo que querés? Entonces para qué rebelarse. 

24.8.13

Sábado

En una pseudoplazita chiquita perdida atrás de otra más grande, entre bastantes señores y señoras que hacen gimnasia en esas cosas para hacer ejercicio que pone la municipalidad, tres chicos que saltaban de los árboles a las mesas y por las paredes de las casas, otro que corría a toda velocidad en círculos, y una parejita que fumaba porro en el piso, yo hamacándome en casi pijama era de lo más normal. (Por lo menos si nadie se enteraba que escuchaba la misma canción hacía una hora y media y me imaginaba que en la plaza se grababa el videoclip.)
No pensó lo mismo mi hermano, cuando le dije que iba a comprar resaltadores y volví dos horas después con unas compras sin sentido, que incluían un tarro de dulce de leche y unas rosquitas chinas con gusto a campamento del colegio.

23.8.13

El mundo vuelto un nudo, y lo poco que no es nudo da culpa. 
Y lo poco que es coherente son ganas de ser una cavernícola.

22.8.13

Replay

Y el cuento se resume en el mismo chiste, seis años después, en otro contexto, en otro cuerpo, salido de otra boca; de nuevo "mal interpretado", aunque ahora le llamaría distancia de reconocimiento y recepción. Y como esa vez, la sensación de que a veces veo las cosas desde afuera, como si las leyera con la distancia y pausa con la que se lee un libro y entendiera entre líneas cosas; esas cosas que siempre me dieron una ternura medio perversa. Me dijeron en otros contextos que ese punto de vista indulgente no es sano. Claro que no. Es tan insano como que la gente se agrupe por cosas dudosas como el amor o arbitrarias como la sangre. Tan insano como vivir ignorando la ironía.

21.8.13

Frío, amargo y descolorido

Alguna vez tuve una teoría del café y el estado de ánimo, que decía que la gente prepara el desayuno más rico o más feo según su humor. Bueno, si las cosas van a estar como esta taza, no va a ser para nada un buen día. Pero tampoco es que pueda arreglarlo si me levanto, le pongo más azúcar y lo meto en el microondas. 
Cuando una parte de vos decide no despertarse, se complica. No es fácil autollevarte el desayuno y convencerte de que en un rato todo va a ordenarse sólo, incluso la mesa. Creo que mientras estoy acá, tratando de hilar dos ideas sobre mapas y aterrada porque no llego a entregar la nota antes del mediodía, hay otra Yo arriba, rebelada. Nunca sé si en ese contexto se dice rebelada o revelada. Pero decidió dejar de hablar de herramientas que revolucionan y (no) simplifican la vida y está escribiendo cuentos y leyendo Foucault, sin invitarme.

Pasillos y cosas

Hay una fuerza extraña que hace que con algunas personas te cruces siempre, y con otras no te cruces nunca. Los que todavía creen en dios deberían prestarle más atención y usarla como argumento. A mi casi me convencería.
Hay otra cosa parecida que hace que cada tanto un montón de cosas o de personas o de palabras pasen casi al mismo tiempo y causen un efecto.
Efectos tales como que yo crea que nadie va a lograr sacarme una muestra de expresividad o afecto de acá hasta el 2036.
Y también hacen que cambie de parecer y ahora piense que la obsesión con el tiempo era bastante barata. Eso no es tan malo. Menos malo es cuando me estoy autoaugurando como 25 años de maldición.

20.8.13

No tanto

Soy una piedra, y tiene razón mi amiga-pollo cuando lo dice.
Pero de repente me agarra la sensibilidad extrema (excepcional, pero pasa)
Hoy tengo mal humor para un siglo, y es un mal humor completamente dependiente.
A mi  no me gusta depender de nadie para nada.
El problema es que puedo arreglármelas sola para el buen humor,
pero no para el malo. 
Y la conclusión de eso es estar siempre sola.

18.8.13

Reloj

Oraciones muy complejas de un casi enojo que no puedo hilar: cosas que tienen que ver con respeto; con que me parece una forrada el respeto, con que no existe el tiempo para la conversación de días y meses que sería necesaria para saldar esta discusión que entonces decidí matar. 
Me enojé pero decidí no enojarme porque la moda indica que no hay que perder tiempo en discutir. Que horror que nadie se esté fijando en la paradoja de esa frase. Pero realmente no había tiempo para hablar, ni para nada, porque llegaba la noche, el remís, el lunes. Así que no pude intentar explicar que no toda locura es enferma y que en todo caso el espejo les estaría fallando a ellos que sostenían que sí. 
Un poco no dije nada porque ya intenté explicar que para mi darle a alguien la razón "por respeto" cuando se cree que se está equivocando es lo más irrespetuosamente forro que puede hacerse, y aparentemente lo expliqué lo suficientemente mal como para que respeten mi opinión.
Y otro poco me quedé callada porque aparecía, de nuevo, la obsesión de todos estos días. No vamos a entendernos nunca. No porque no seamos capaces, sino porque nuestro manejo del tiempo es tan incoherente que es la muerte de todo.
No vas a entender y evaluar una forma diferente de relación humana en lo que tardás en ponerte el rimmel, en tomar un té, en ir a comprar zapatos o en llegar de capital al conurbano en colectivo en hora pico. Y con nadie vas a compartir una conversación más larga que eso. Ya nadie va a hacerlo. Porque no, porque a nadie se le ocurre, porque no existe ese tiempo. No existe el intiempo. 
Por eso a lo mejor nos gusta tanto viajar, simplemente por la obligación de estar sin hacer nada suficiente tiempo como para llegar al destino. Pero creo que hasta a China ya se llega en un día, no hay una posibilidad de un tiempo más largo en la Tierra y esta discusión lo excede. Y no vamos a ir a otro planeta. Ya no tenemos tiempo para ser astronautas. 
Por eso no vamos a entendernos nunca. Pero tampoco vamos a tener tiempo suficiente para no querernos más. 

17.8.13

La histeria histórica

Toda locura pasa, 
por suerte o no.
Lo sabés cuando preferís la cama,
cuando inventás una excusa, 
cuando mentís un poquito, 
cuando hacés fuerza telepática, 
pero para lo contrario que antes.
Lo lamentable es, (te lo advirtieron), que los objetos de la locura mutan en sujetos cuando los vas abandonando. Eso es nada más que una forma bien rebuscada de quejarme de la histeria, que está siempre, propia o ajena. No sería histeria si no se alternara de esa manera, no sería histeria si no fuera también encantadora. 

14.8.13

Problemas de la alienada antes de alienarse tanto.

¿Con qué obsesionarte ahora?
Con el tiempo. Que tiene problemas más propios que esas personas que hablaban de cosas. Y le pasan cosas como que está restringido, recortado. En pedazos que no alcanzan para pensar nada, tampoco para hablar nada, sentir nada. Tampoco para discutir si la palabra "sentir" borda la cursilería o podemos usarla. 
Que no, no voy a llegar a nada en tres horas. 
¿Y dónde vas a disponer de más tiempo para cualquier cosa que eso?
¿Encierro, secuestro, obligación, o qué?

11.8.13

Pera

Mi mente arbitraria
esta mañana se aburrió
¿Lástima o no?
Fin de espera,
pero ya no desespera.

9.8.13

Contagio (m.)

No me quiero dormir,
y un cartel intermitente que dice  Gyokuro Asahi.

El tiempo es un chiste:
Mientras el tren llega a Santiago vas y volvés de Singapur. 




7.8.13

Recurso literario

Agua caliente perfumada de hojas de arbusto contenidas por la porcelana y el juego de palabras más rebuscado hice nunca, para decir y no decir nada.

Tiempo si, tiempo bien, tiempo no

No hay forma de ocupar todo el tiempo de una cabeza. 
Se puede ocupar todo espacio, estallarla, que explote y que no haya más lugar para nada ni para la creatividad, pero el tiempo para pensar en una cosa más, o en una cosa de siempre a pesar de que haya mil y una cosas extra apretando su lugar, es elástico-infinito. 
Y por ahí, también, más apretado está el espacio, más productivo se vuelve ese tiempo.
Para bien y para mal.

6.8.13

Error en la tarjeta SIM

Dicen que los recuerdos, cada vez que se sacan y se vuelven a guardar, se distorsionan.
Si los sacás más de 10 veces, todo lo que queda es falso.
Mitología somos. 
Igual tranquilo, porque me parece que es mentira.
Y en toco caso también me parece que las mentiras tienen mucho más color. 

5.8.13

Delirio recurrente

La lucidez después del insomnio: 
esos diez minutos en los que te despertás porque después de tres horas vagando por tus ideas o por Internet hacés un descubrimiento, o tenés una idea. Y la vida te cierra. 
Podés hacer cualquier cosa. Podés ahorrar todos los sueldos de acá a fin de año, y viajar a Ruanda, o a Ucrania, y hacer una pasantía, y conocer gente. Contar tu vida y que sea interesante. Volver de Lituania y escribir un libro. Viajar a Jamaica a la casa de tus amigos viajeros. Enamorarte en Birmania. Trabajar tres años en Kuala Lumpur. Y después irte, al fin, a la cabaña en la montaña lejos del mundo aunque con un poquito de Wifi, y escribir y pensar y conocer y vivir y ser feliz.
Ya podés ir a dormir tranquilo porque tenés la vida resuelta. Y mañana no recordarás nada, nada de lo sucedido.

4.8.13

Polémica

Llegó un hombre nuevo al cielo, resulta que al final existía. Había como dos especies de bandos, y como el no se había definido en vida podía elegir a cual pertenecer.
 Por un lado los que siempre habían esperado que hubiera un paraíso después de morir. La mayoría muertos en el medioevo, le explicaron, pero había excepciones. Parecían bastante vivos. Resulta que tenían tantas expectativas en la perfección y en el paraíso, que ahora que se habían dado cuenta de que sus matrimonios seguían fracasando, el vacío de no hacer lo que habían querido en la vida no se había llenado, y encima tenían problemas gravísimos como compartir con otras esposas a sus viudos, estaban muy alterados.
 Por otro lado estaban los excepticos y los ateos, que estaban tan sorprendidos de haber aparecido en otra parte después de morirse, y tan entretenidos porque nunca se habían imaginado todo lo que se puede hacer con tiempo infinito, que no paraban de tener proyectos para mejorar el paraíso y eran la alegría del lugar. 

2.8.13

Cornisa

A mí no me gustan las personas cuando están en los museos. Sí cuando están en los museos de arte. Pero no cuando están en esos lugares donde uno va a exponerse a sí mismo. No me gustan de fiesta y arreglados, me interesan las personas cuando están trabajando, cuando están a punto de rendir un examen, cuando están durmiendo en el colectivo, cuando están subrayando un libro de historia medieval: cuando no pueden prestarme atención.
La casa va a estar sola y voy a ponerme un jean y algo más o menos lindo. Me gusta más cómo me queda la ropa de todos los días que un vestido, y está elegida con más cuidado. El invierno simbiótico va a haber dejado lugar a un par de meses apurados, de pensar mucho y pensar poco (después te explico las dos connotaciones opuestas de esa palabra). 
Y no puedo terminar el relato: no manejo lo que puede pasar en el futuro inmediato. Me imagino futuros lejanos, muchos, algunos más malos y otros mejores. Pero no hay forma de que se me ocurra como va a ser el nexo que me una  a mí, que paso de épocas tildada a épocas a las corridas, con mi yo del futuro. 
Siempre pensé que no importaba porque esos eslabones que conducen las historias se daban de alguna forma espontánea. Me dijiste que no hace poquito, en un recuerdo de algo que nunca pasó, en el que abría un cajón buscando algo muy concreto y no había nada. Y la espontaneidad no existía. Hay cierta parte de las historias, un principio que parece que sí o sí tiene que ser forzado, a la que no le encuentro la vuelta. El plan es siempre el mismo y siempre falla, y es tan difícil pensar otro, que es un pensamiento que siempre bordeo pero en el que no me dejo caer.

Matar el tiempo

Fragmentos de desvelo, cosas que nada más se piensan en tiempos muertos, o cuando se está matando el tiempo, un asesinato poco inteligente que hacen los que tienen relaciones de amor-odio con la rutina. 

Sesenta y siete puñaladas, dice un relato policial. Puede darte igual sesenta y siete que doce o ciento ocho, todo significa lo mismo, crueldad horrible. Pero la verdad que sesenta y siete, tomarse el tiempo de matar tantas veces... ¿cuánto tiempo? ¿dos minutos? vos viste la eternidad que son dos minutos cuando estás esperando que te abran una puerta o que te contesten el teléfono, ¿cuánta crueldad cabe en esa eternidad?

Besos. Perdón por saltar de asesinatos a sangre fría a romanticismo, reconozco lo perverso de la asociación. Pero también tiene que ver con el tiempo, o en realidad con la percepción. Los besos y los ojos cerrados, esa imposición. Está bien, pero complica un poco los recuerdos... nadie tiene memoria táctil en estos tiempos (memoria táctil, qué es eso, ¿un nuevo chip para el celular?). Tenemos memoria fotográfica... Entonces ahí están, después tenés recuerdos de esas escenas vistos desde afuera, cosa que nunca podrías haber visto... Y te das cuenta de algo horrible, todos esos recuerdos son falsos. 

Paradoja: estos son pensamientos de desvelada, pero a las seis y media de la tarde. Es que es invierno. Y que por un capricho que no quiero reconocer como capricho, o por el que le pongo al encaprichamiento una connotación positiva, maté toda esta semana de una forma cruel. Y mataría las que vienen, si no fuera por responsabilidades y cosas así. Las amebas no tienen porqué comprometerse a hacer nada. Los que no tienen ganas, no tienen ganas, y nadie gana. Pero nunca lo entendí. 

re flanes

Dicen que a caballo regalado no hay que mirarle los dientes. Bueno, no le mires los dientes, mirá el caballo entero, ¿qué quiere de vos el que te lo da diciendo no esperar nada? Y quedate cuidando tu caballo, no salgas a buscar nada mejor; porque mejor pájaro en mano que cien volando, y con caballos debe ser lo mismo. 
Dicen también que Dios ayuda sólo al que madruga y que le da pan al que no tiene dientes, aunque es bueno y "tiene poderes". Algunos se dan cuenta que toda esa paradoja no tiene mucho sentido. Dejan de creer en dios, pero nadie te discute el refrán. Que sacrificarse merece premio, y que todo lo bueno tiene que requerir sacrificio, a nadie se le ocurre dejar de creer en eso. 
Pero ojo. A palabras necias oídos sordos. No vayamos a discutir, no sea cosa que de tanto intercambiar ideas nos terminemos poniendo de acuerdo. 
¿Qué más dicen? Que un clavo saca otro clavo, y sí, está genial comparar personas con clavos, son tan oxidables y descartables. Que mejor malo conocido que bueno por conocer. Que perseveres y triunfarás, no vaya a ser que intentes con otra cosa y te vuelvas más creativo. Que tanto va a el cántaro a la fuente que al final se rompe. Bueno, ese creo que nunca lo entendimos. Pero a buen entendedor pocas palabras.
¿Enserio?
No. 
Pocas palabras, para el que las quiera tragar y repetir. Por los siglos de los siglos. Desde que cántaro era un jarrón que le daba sentido a la frase, hasta ahora, que cántaro nadie sabe qué es y por contexto suponen que es un pájaro. ¿A quién le importa que el sentido se haya perdido? Repitamos las palabras, las cosas no importan.
No. 
A buen entendedor nada.
A buen entendedor, el mundo. 

1.8.13

Marginales

Dilema: llevar o no a cabo un maduro acto de inmadurez. Para peor, como parte de un plan malo y trillado que nunca funciona. Una vez más,  casualidades de mentira y postergación ad infinitum. Esta vez, con posibles beneficios colaterales. Es todo un logro que los efectos colaterales de algo puedan ser positivos. Pero hete aquí que arruinarían el plan, y algunas otras cosas, como la imagen. El dilema, entonces... ¿hay que terminar de hacer algo, que sería de ayuda, pero que, dicen las buenas lenguas, nunca debería haberse comenzado? Y sí, claro que no se entiende... no se puede develar un plan malingo.