30.8.11

Allá

Quiero un mate tuyo y galletitas de agua con mermelada. Hoy hubiera sido uno de esos días en que empezaba quejándome de algo  y terminábamos hablando horas y horas de la vida. 
Te quiero contar que hoy en la facu, en taller de Radio, hablaron de los radioteatros que vos siempre me contabas que escuchaban en la radio, que estaban mejores que las novelas porque te los imaginabas. Quiero que me cuentes cuales escuchabas. Nombraron a un actor que cuando inventaron la tele tuvo que dedicarse a otra cosa por feo, estoy segura que vos eso me lo habías contado una vez. 
 Quiero que me cuentes la novela mexicana nueva que van a pasar en la tele porque me la voy a perder todos los días menos los martes, (trabaja la actriz de Doña Barbara, ¿Sabías?) y que la critiquemos porque es una pavada pero no podamos dejar de verla. Y que nos acordemos de las novelas buenas y de cuando llegaba tarde al colegio porque nos quedabamos viendo muñeca brava. 
Quiero decirte que me deprime el ansés y que critiquemos al sistema y a las jubilaciones bajas y a la burocracia y me cuentes del lío de tu jubilación. Y quiero decirte que no se de que voy a trabajar alguna vez y que me cuentes de cuando trabajabas en teléfono y en una fábrica tela y ibas con un palo por la calle cuando se inundaba.  
Te extraño infinitamente, y hoy te extrañé más. 

29.8.11

Mujer tan loca

Defiende lo indefendible, le gusta cualquier película que logre ver entera, también la puede destruir. Nunca tuvo sus gustos claros, pero cuando elige al azar, se obsesiona hasta la convicción más profunda. Y entonces no puede dejarlo ir aunque se le escape, aunque se lo lleven en lancha. Es fiel y prisionera de esas adicciones. Nunca apuesta por más porque se conforma con poco pero se muere si se queda sin nada. Después se queda sin nada e igual sobrevive. No aprende nunca. Encuentra el pico más alto, se agarra de cualquier soga, se miente de nuevo y se enrosca con él. 

27.8.11

No deja ni de estar presente ni de estar ausente
todo lo que no decís lo metés en la mochila
te contracturás, es una trenza mi espalda.


 Hola, vengo del futuro me escondo en entradas viejas, tengo la espalda peor que nunca, me duele muchísimo mi forma de actuar, actuar de acción y actuar de actriz, ya te dije este mundo es una obra de teatro.


Soy un tanto bipolar en el futuro, no se si más que hoy.

26.8.11

Perderse


La chica sin nombre se despertó una noche sin haber dormido. El día sería más largo de lo esperado, porque empezaría esa noche y no terminaría nunca. Debajo de la cama estaban sus botas azules, las que usaba para no ir a ningún lado. Subió en ellas sus pies, abajo estaba el piso que se empezó a quedar atrás.
Alguien la esperaba hoy, o la esperaba un mundo. “Cada persona es un mundo” pensó, porque cada persona ve en este lugar, material pero invisible, un universo diferente que se le aparece solo a él. De todas formas, el mundo que la esperaba hoy parecía en un principio bastante sólido y real.
Tropezó la frontera de la puerta y se le cruzó una vereda de lo más normal, llena de pies que se esquivaban con sus pies, papeles que volaban y todas esas cosas. Cruzó una de esas calles con nombres de personas que jamás las pisaron y se preguntó si ese hombre que había respondido a ese nombre habría sentido alguna vez que no sabía para donde iba, porque una cosa era que le pase a ella, y otra era primero perderse y después convertirse en calle para que otro se pierda en vos.
Siguió caminando por encima de ese hombre hasta que en la esquina se cruzó con un país que quedaba un poquito más arriba en el mapa que el suyo y siguió por ahí.  Miró con una nueva curiosidad las cosas que veía todos los días. Las rejas delante de las casas, de los balcones y de las ventanas. Los vidrios detrás de las rejas y las cortinas detrás de los vidrios, y de todas formas se podía adivinar siempre lo que había tras las paredes: Mesas, sillas, cocinas, lavarropas, camas, alfombras y actores desempeñando sus papeles en la rutina. Cerró los ojos y avanzó adivinando el camino, se tropezó y se lastimó las rodillas.
Se levantó y recuperada del golpe tuvo ganas de correr. Aumentó la velocidad con una mano extendida rozando la pared como hacen los chicos. Se rayó los dedos con las piedritas y revoques hasta que le dolieron, y de repente una pared faltaba. Pasó dando saltitos a esa habitación, caminó por encima de una mesa rodeada de sillas esquivando un florero, dos platitos y una taza de té, pero pisó un vaso y lo rompió. Se escapó por la ventana con algunos vidrios clavados en el pie.
Del otro lado había una avenida.  Carteles y bocinas, ruidos y personas, ruedas y motores, puertas que se abrían y se cerraban escondiendo a la gente y dejándola visible otra vez, autos, colectivos y personas que transitaban las calles sin ver. Caminó infinitas cuadras iguales, subió en colectivos y volvió a bajar, fue para un lado y para otro, entró en edificios, subió escaleras, bajó por ascensores, salió de nuevo, volvió a las calles,  pasó las horas. Se olvidó de preguntarse de donde venía y para dónde iba, se limitó a avanzar y elegir el camino sin pensar. Se olvidó de la persona que la esperaba esa mañana, a lo mejor se cruzaron y ella distraída no lo notó, tal vez la acompañaba sin que ella lo registre o quizá el también se había perdido por el camino.
La noche empezó a caer sobre el día gris y las luces empezaron a prenderse, las personas se multiplicaban, los ruidos se potenciaban, las ruedas se apuraban y ella dobló en una esquina.
Trajes, botas, tapados y sombreros avanzaban hacia ella calzados en esas personas que caminaban sin ver y sin pensar, eran como un ejército de robots, cada uno cumpliendo con su papel de forma automática, caminando hacia ella con furia y a punto de embestirla.  Los esquivó cuanto pudo pero no pudo evitar los choques y las sacudidas, golpes y tropezones. Se fijó en algunos de los soldados, cada uno era la ropa que llevaba puesta: La chica del gorrito, el nene de la campera gigante, la señora de tapado y medias, el hombre de la boina, el chico de la mochila que dice París. Al final, golpeada y cansada, optó por dejar de prestarles atención. Caminó sin mirar como hacían ellos, pero aunque lo intentó jamás dominó ese arte de no chocarse como por arte de magia.
Todo eran luces y colores. El suelo estaba tapizado de trapitos estampados con una triste variedad de diseños monótonos, y de tanto en tanto algún animalito de plástico con una risa siniestra burlándose de ella. Y a los costados todo eran puertas y vidrieras que prometían mundos alegres y  coloridos como si tanta estridencia no lastimara. Detrás de las cárceles de vidrio, esos payasos sin vida, congelados, disfrazados de mujeres perfectas. Levantó la vista y escuchó las irónicas palabras de los carteles de la calle: “Única”, “disfrutá”, “Mística”, “Iluminación”. 
Por curiosidad cruzó uno de los portales. Adentro el mundo estaba detenido, las reglas eran otras, el orden y la clasificación por tamaño y color eran la máxima y única prioridad. Actores y actrices recibían a los pocos viajeros que se animaban a quebrar su marcha inconsciente para cruzar esas puertas, los entretenían, les mentían un rato, a veces les cambiaban el humor para bien o para mal, intercambiaban algún color o sabor por algún número y los devolvían a la marea de gente, dispuestos a seguir con su papel en esa gran máquina. No se pudo resistir a alterar ese orden fingido. Tan rápido como empezó a desordenar el patrón de colores y actuar sin seguir las normas, los actores vinieron tras ella. Se escapó corriendo y se perdió otra vez entre la multitud, caminando contra la corriente. Sus captores se perdieron entre la gente y ella siguió avanzando, un poco más rasguñada.
Desde una gran fotografía verde una bailarina le tendió una mano y la invitó a entrar a su cartel,  a girar con ella en un remolino fresco y con sabor a menta, elástico y artificial. Sintió como empezaba a congelarse, como si un millón de agujas se le clavaran bajo la piel,  y advirtió el peligro de volverse blanca e inmóvil como la lúgubre bailarina que seguía tendiendo su mano a los distraídos que la aceptaran, saltó  y calló con fuerza al suelo, rozando una reja mientras caía, arrancándose la piel con el roce.
 La calle terminaba, se doblaba para abajo y más allá estaba el vacío, se rompía como un acantilado. Pegó la vuelta y detrás de ella ya no estaba lo que había un instante atrás, ahora la calle era un río de cables de colores enredados, por los que tenía que correr haciendo equilibrio. Las esquinas eran como agujeros negros, inciertos y sin retorno.  Sobre ellas colgaban entramados extraños, como unas telas livianas y fluorescentes,  en las cuales se enredaban siluetas humanas en una danza alucinante, como sombras de acróbatas. El final de cada camino era indicado por malabaristas sin cuerpo que dibujaban figuras de fuego en el aire: puentes, puertas, teléfonos.
Se sintió atraída por uno de esos remolinos oscuros, que resultó ser un túnel infinito. Descendió cada vez más, el calor se hacía más y más insoportable, ardiéndole en su cuerpo todavía congelado. Allá en las profundidades se acababan los colores, ahora todo eran ruidos. Murmullos, tintineos metálicos, gritos, aullidos y melodías se mezclaban como una orquesta siniestra. En conjunto se oían como un fuerte zumbido. Se hacían intensos e insistentes y de repente se volvían inaudibles, se perdían en un estruendoso traqueteo mecánico.
Cuanto más avanzaba y descendía, más fuerte y estrepitoso se volvía el traqueteo. Continuó el descenso hasta un túnel por debajo del túnel. Ya no había otras personas. El zumbido ensordecedor ahora se escuchaba más lejano y le pareció que de algún lado se escapaban las notas de una canción, mezcladas con el repicar de una campana. El traqueteo se hizo menos intenso hasta que con un golpe desapareció. La única luz que brillaba en el túnel se apago, y ella quedó sumergida como en un trance, un sopor. Sintió una mezcla de olores que no había notado antes, una combinación de dulce y agrio irrespirable en ese aire denso y caliente. Le pareció distinguir en la oscuridad la mirada de una criatura que la observaba con una mezcla de paz y resentimiento desde lo más profundo del túnel. Se perdió en esa mirada y sintió una tristeza desgarradora y un pánico incontrolable. Notó como se le ataba un nudo de angustia en el medio del pecho y se quedó detenida en el tiempo, mientras una corriente de lágrimas cálidas inundaba  su cuerpo. Permaneció rígida y sin respirar hasta que con otro golpe seco el traqueteo volvió a comenzar, la luz sobre su cabeza se encendió de nuevo y el mundo se volvió a mover. El mismo sonido mecánico la arrastró durante largos minutos por el vacío con una fuerza violenta hasta que se detuvo otra vez, dejándola estrellada contra una pared. Pasaron momentos eternos hasta que logró controlar su maltratado cuerpo. Al fin consiguió elevarse y salir del túnel. Respiró el aire helado y gris como si fuera la misma luz del sol, estuvo mejor solo por un instante, miró a su alrededor y se volvió a sentir mareada y pesada.
El camino era de nuevo una maraña de cables de colores eléctricos, avanzó aterrada, con el nudo de angustia tensándose cada vez más, tironeándole ya todo el cuerpo, desde la mente hasta los pies. Avanzó tratando de seguir los senderos de diferentes colores, todos se cruzaban, giraban y volvían a los mismos lugares. A veces estaban bloqueados por rejas negras, otras por fuego. Hasta le pareció ver unas criaturas, bestias protectoras, al final de los recorridos más largos. Otros caminos parecían libres de peligros hasta que desembocaban en abismos incalculables o remolinos de viento negro.
En algún instante, después de haber perdido la noción del tiempo, decidió dejar de pensar. Se dejó llevar y se limitó a deslizarse por un cable intensamente azul, cayendo vertiginosamente hacia la nada. La senda se bifurcó en tres. Una de las opciones era una puerta, y solo por el hecho de ser puerta tenía que tener atrás una de esas calles negras llenas de ruedas, veredas y casas. Empezar de nuevo, cambiar de mundo y volver a hundirse en un universo igual, gris y lleno de calles con nombres de persona y personas que nunca la esperaban en la calle en la que tenían que estar.
Otra era un túnel del todo negro. Era una promesa de oscuridad y soledad eternas, nada más que decidir y nada más en que pensar, el silencio y el fin. Vió algunos destellos en la oscuridad, era lo más parecido que podía imaginar a la paz.
Y la tercera era otra de esas encrucijadas de cables de colores,  trampas de fuego y monstruos alucinantes, pero con tonos y detalles muy diferentes al que venía recorriendo. Era un infinito mundo de posibilidades sin sentido para enroscarse y perderse más.
Con esas posibilidades delante suyo, recordó  que la perturbaba la libertad. Se dio vuelta y quiso volver a la maraña de cables por la que venía, pero cuando giró apareció delante suyo la calle y la simple posibilidad de volver, subirse de nuevo a su mundo y seguir andando.
Y ahora sí. Eso era estar perdida, miraba para adelante y podía describir todo lo que veía, pero eso no es saber dónde estás parada. Nada tenía sentido, todo en ese lugar eran imágenes desconectadas. Todo en esa vida eran imágenes desconectadas. Si daba un solo paso de nuevo en ese mundo, que era su propia vida, volvía a lo de siempre: caminar y caminar sin que nunca cambie nada, correr dentro de la rueda de un hámster. Y si daba un paso para el otro lado, ya no sabría como volver.
Y en su indecisión ese camino también desapareció. Se sumergió en una noche azul poblada de constelaciones como de neón que marcaban un sendero sin sentido. Siguió ese camino pensando que era seguro porque lo marcaban las estrellas. Pero con el correr del tiempo y de sus pasos tomó conciencia de la infinitud de esa ruta, y desde el nudo interior que aún la tensaba brotó una corriente de desesperación. Corrió y corrió presa de la locura hasta que le dolió cada uno de sus músculos, se desgastaron sus huesos y se consumió hasta la última gota de su energía. Se desmayó y la atajó una lluvia densa que la arrastró con violencia amortiguando la caída. Chocó con un estruendo desgarrador contra una cortina de viento helado que la dejó tirada a un costado de un camino galáctico. La recorría un rayo de electricidad que con una inercia insoportable y sin seguir ninguna regla que no sea la ley de la gravedad la arrastró hasta un paisaje que parecía de otro planeta, de arena azul, arremolinada y dispersa, que formaba montañas bajas y valles blancos. Su cuerpo se desplomaba y se pegaba al piso, una radiación azul la atraía como una fuerza magnética.
Vio su cuerpo tirado sobre ese suelo, lastimado, golpeado, medio desarmado, sintió el dolor que había acumulado durante todo el viaje sin prestarle demasiada atención. Se concentró en los cortes y raspones, respiró y se sintió lejos de ese cuerpo y de ella misma. Quiso volver, quiso moverse y no lo lograba, ya no se acordaba como controlar los músculos del cuerpo, cómo seguir con él las órdenes de su mente.
Con un último arranque de fuerzas salidas de la desesperación, se elevó y miró desde arriba el laberinto en el que se había perdido. Desde la distancia y entre la neblina del mareo, le pareció que el laberinto tenía las formas de los laberintos un cerebro. Trató de pensar, si es que todavía era alguien y todavía podía hacerlo. ¿Su mente se había vuelto un laberinto y se había perdido en ella? ¿El mundo era un laberinto de locura y se había perdido tratando de comprenderlo? ¿Pero no la esperaba un mundo esa mañana? Ya ni se acordaba, ¿Quién era esa persona que la esperaba a la mañana? “Cada persona es un mundo”, recordó, ¿En qué mundo se había metido? Se acordó, y entendió. Se hundió satisfecha de haberse perdido donde quería. Se perdió para siempre en una locura ajena. 

24.8.11

Yo nunca gritaría así

Mientras tanto me río de indignación; pero si funciona te juro, me paso al lado oscuro. Sino, me dará otra vez la razón el tiempo, con el que tengo una relación histeriquísima últimamente. Espero que sea así, desesperada pública no combina con mis botas. 
Los demás odian el silencio, están intoxicados.


me hice un ratito para pasar a ver si el mundo ya se derrumbó. 

Bueno es soñar, malo es mentirse.

Hacia un cuento sin sentido
desde un recuerdo que nunca existió
seguiste una brújula sin norte
alabaste una religión sin dios.


Desde que inventaste esta historia
el protagonista se murió
donde dibujaste una salida
encontraste otra adicción.


Donde pintaste un arco iris
nunca había salido el sol
desde un cuento sin sentido
hacia tu propia desintegración.


(Miren que cosas más raras hacemos en la facultad.)


23.8.11

Según el clima, miro el mismo aspecto de mi misma y a veces pienso que soy una revolucionaria, y a veces una pelotuda. Pero hoy hubo sol y no estoy tan segura, me parece que algo empieza a fallar. 
(Otra vez?!)
Ganan las ganas de mentir un rato, o de jugarme un rato, me voy a quebrar.

19.8.11

Cierro un ojo y abro el otro, (intento), que esto se viene anunciando.

18.8.11

Ultimátum pre-resignación.

Suena a algo trágico de lo que me arrepentiría, ¿Pero hay opción?
 Porque la inercia no es más una opción.

17.8.11

te espero en Neptuno

Sí, me dejaría arrastrar.Pero sí, siempre hipotéticamente.Sí, siempre hay en el medio un abismo. Y no, nunca se me ocurre forma segura de cruzar.Siempre esperando que alguien construya el puente. Siempre diciendo No en la Tierra, porque yo espero en Neptuno.
Parece una gran excusa que me invento, yo que no se poner excusas.Afuera llueve otra vez, se cae el mundo a pedazos, cada vez me importa menos, veo los derrumbes por la ventana.

14.8.11

A votar y después a trabajar. Estoy hecha toda una adulta responsable...
(¿Cuándo me volví tan vieja?)

13.8.11

circulos viciosos, mentirosos

Voy a tener que volverme críptica otra vez, porque... ¿Cómo decirlo? No tenés reloj. No sé, si a veces decido mal, si tuve miedo, culpa o voluntad. Imaginate tener poderes psíquicos de comunicación telepática pero en el mundo real no decir dos palabras. Bueno, o eso pasa o las casualidades son casuales pero para molestarme. Un intento más, es insoportable pero no lo puedo negar; si tuviera la certeza de que no funciona diría basta, chau. pero funciona a medias.

10.8.11

Catarsis porque no me sale el relato y voy a enloquecer.

Tengo que hacer un relato, es mi tarea, no puedo quejarme, no es estudiar un libro de cuatromil páginas ni resolver trescientas ecuaciones matemáticas, un relato de viaje y listo, crónica si quería que a lo mejor era más fácil, lo descarté porque la crónica es de un lugar real y me llevo mal con la realidad. Dos meses tuve para hacerlo, ahora tengo dos días y 5 páginas escritas muy feas y muy sin sentido, cuando tenía dos meses para hacerlo, y 4 parciales que eran esa semana, pensaba ideas para el relato y hacía borradores en vez de ponerme a estudiar. Y después lo abandoné, en vacaciones siempre abandono todo, me pegan muy mal, nunca soporté estar de vacaciones. Pero ahora empecé de nuevo y quiero más vacaciones. Y ahora en vez de tratar de terminar el relato escribo el blog, que también lo tenía abandonado hace unos días. Lo poco que escribí del trabajo es sobre un camino imaginario, un lugar que no existe, un personaje que o tiene ni nombre, nada real, nada concreto. Así es mi vida, ¿No? todo en mi mente, nada de verdad. No lo soporto, no me soporto, y encima lo escribo como para que si alguien lo lee tampoco me quiera soportar. Estaba escribiendo de una chica que se volvía loca, y al final me estoy volviendo loca. Igual, siempre me estoy volviendo loca, todo el tiempo. Pero no, nunca me vuelvo loca del todo, creo que por el momento no va a pasar. Solo me quejo. Y odio quejarme, y no paro de quejarme, me quiero callar, chau.


Bueno, a ver si bajo los humos quejándome un poco, y me sale algo.


Ah, hasta pinté la idea en el tiempo en que no la escribí...



4.8.11

Alternativas laborales.

Detective
Mentalista
Estafadora                                                   
                              Actriz

Detective es mi vocación frustrada (me sale bárbaro pero no hay mercado...), estafadora nunca me salió, pero es lo que mamá pretende últimamente de mí, mentalista lo estoy practicando, cada día me sale mejor, no te lo cuento bien porque te daría miedo pero ayer leí una mente, llame a alguien telepáticamente y hasta me parece que escuché a un fantasma... Y de actrices y actores trabajamos todos, ¿Quién es completamente lo que dice ser? Estoy ensayando y en un ratito empieza el show.
Pero como mientras tanto hay que ir haciendo algo, ya volví a publicar los muebles en mercado libre, y estoy esperando a una clienta que viene a hacerse una prueba de maquillaje.

3.8.11

Recuerdos de Añatuya - Vuelta al Desvío!


Volvimos al Desvío! 


último dia del año pasado.

El Desvío es un pueblo muy chiquito y muuy en el campo, cuando te digo muy en el campo, te digo que casi no hay electricidad, que la gente vive de sus cabritos y las casitas son de barro. 
Una de las casitas
Hoy puedo decir que valió la pena, para vivir este día, haber venido este año, y el año pasado, y que voy a volver mientras pueda, y como sea, tengo que volver a este lugar. Es increíble, no puedo explicar lo feliz que me hace. Quisiera grabarme el día entero en la memoria y no olvidarme nunca ningún detalle, no puedo creer que este lugar y esta gente signifiquen tanto para mí, solamente con 5 días el año pasado y uno este año.
Fuimos en un micro destartalado que se caía a pedazos literalmente, se caían pedazos de techo arriba de los asientos. Un poco tenebroso, pero más son las ganas de volver al desvío, me levante muy contenta aunque fue uno de los días más fríos.
Llegamos a la escuela. Llovía, (Sí, llueve un par de veces al año y justo nos iba a tocar el único día que venimos, hacía mucho frío, yo desabrigada como siempre, y no estaba Fabián, que nos tenía que ir a abrir la puerta de la escuela. Pasamos por entre medio de los alambres, en el Desvío se pasa por los alambrados que hay entre las casas como si no existieran, los respetan solamente los animales. Y ahí esperandonos estaban Franco, Ramiro y Gastón, 3 hermanitos que viven en la casa más cercana a la escuela, y que también fueron los primeros en recibirnos el año pasado, cuando ni sabían quienes eramos. Este año fueron nuestros guías. Había poco tiempo, porque llegamos como a las 11 de la mañana y a las 4 de la tarde había que volver, y había muchas casas por visitar. 

2010, construyendo el altarcito
Nos dividimos en dos grupos, algunos fueron del otro lado de la ruta, donde están las casas más alejadas, yo me quedé del lado de la escuela. Los de este lado también nos dividimos, los chicos fueron a buscar a una señora que recordaban mucho del año pasado y les dijeron a los tres nenes que nos acompañen a las chicas. Los tres nos acompañaron a todas las casas, si no no hubieramos encontrado ni una, imaginate que si yo me pierdo a dos cuadras de mi casa, no me voy a orientar en el medio del monte donde no hay calles y desde una casa no se llega a ver la siguiente... Y encima con mi poca memoria, acordarme después de un año!  Por suerte Franco adivinaba a donde queríamos ir. Yo le decía "Había una nena que creo que el nombre empezaba con T y que tenía una hermanita..." Y el adivinaba que era la casa de Teti y me llevaba... "Había una casa por el fondo, que había muchos bebés..." Y el adivinaba que era la casa de Jessi, y nos llevaba. 
2011, el altarcito sigue en pie!!
Primero fuimos a su propia casa que es la que está más cerca. Zulma, su mamá, enseguida nos invitó con el mate y la tortilla y nos pusimos a charlar. Ella se acordaba de todos los que vinimos el año pasado, me preguntó por los que no habían venido y porqué no nos quedabamos toda la semana, me quería largar a llorar y quedarme ahí toda la semana con ellos. Estaban los otros hermanitos, Santiago y Abi, no puedo creer lo que crecieron, Abi está hermosa, tiene 3 años creo, nos queríamos quedar más tiempo pero recién era la primera casa y ya era el mediodía. "Que visita cortita" Nos dijo Zulma.... Que ganas de quedarme toda la semana, que cariño que le tengo a esta gente y este lugar. A las 5 había misa así que quedamos en vernos en un rato, todavía no nos despedimos.
Después pasamos por la casa de una señora que se llama Cecilia, yo no me acordaba de ella pero es la  hija de Nicolasa, la abuela que los chicos habían ido a buscar porque el año pasado les enseñó a hacer pan, ella ahora está internada en Santiago. Como hace unos meses que el Desvío se quedó sin señal de celular, se avisan por la radio las noticias de los familiares enfermos que estan en la ciudad.
Después fuimos a lo de Cori, me acordaba mucho de ella, es una chica de 15 años, aunque parece   más grande, y es catequista. Está estudiando en Vilelas que es el pueblo más cercano pero por suerte estaba en Desvío por las vacaciones, me alegré mucho de verla de nuevo.
Seguimos por la casa de Teti, Cami y Maxi, también me acordaba mucho de ellos, que el año pasado venían al colegio todos los días, y de su familia, me acuerdo mucho de una tarde del año pasado en su casa, que nos contaron que cuando Maxi era chiquito tuvieron que traerlo a Buenos Aires para operarlo del corazón, porque allá no había donde tratarlo. En Desvío no hay ni un médico, en la ciudad de añatuya habrá alguno pero para cosas un poco más complicadas ya hay que irse a Santiago... Pero hay cosas para las que tienen que ir a Buenos Aires, si pueden... Ah, también en esa casa (en esa o es otra que está cerca? cómo odio no tener memoria.) vive Luna, una beba de un año y 3 meses que el año pasado bautizaron cuando fuimos, y ahora está enorme, ya camina! Es muy loco verlos crecer. 
Con Teti y Jessi  el año pasado
También fuimos a la casa de Graciela, una señora que hoy cumplía años, su familia y su nietita que también se llama Graciela y me acordaba mucho de ella, y de su primita Carmen, que ahora no estaba porque se fue al Chacho. Que lástima, tenía muchas ganas de verla de nuevo. 
Y la última es "La casa de los bebés", como le decíamos a Franco, me acuerdo que el año pasado habíamos ido con Anto, que también venía ahora conmigo, y se acordaba muchísimo de esa casa y de los bebés, Jesús y Santiago Benjamín que también el año pasado eran recién nacidos, y hay otras dos nenas chiquitas, que ya me olvidé los nombres de nuevo, como odio olvidarme de todo. Y ahí vive Jessi también, de ella sí me acuerdo y se acordaba de nosotras. 
Y ya se me mezcla todo, fue largo el día y estoy cansada y escribí mucho...  A las 5 hubo misa, y aunque les avisamos un rato antes y algunos viven lejos de la escuela y además a las 5 es la hora de sacar a las cabras, vinieron todos!!! Fue hermoso verlos a todos ahí juntos de nuevo, cantar con los chicos las canciones, y ver que se las acordaban!!! Me quería quedaaar, quiero volver, amo ese lugar y sé que voy a volver, tengo que volver.


Todos juntos, este año!

Eso es todo lo que escribí, del martes no escribí nada porque el miércoles en Desvío fue tan lindo que quería escribirlo antes y después ya me había olvidado del martes, solo anoté dos cosas: Que estuve la mitad del día lavando vasitos y la otra mitad caminando, y que ví de nuevo a Romina! (Te dije que seguro pasaba de casualidad por su casa!!) y jueves y viernes no tuve tiempo para escribirlos allá, me prometí que lo iba a escribir acá antes de olvidarme y tendría que hacerlo... cómo tantas cosas que tengo que hacer y no hago. Bueno, ya veré.