10.1.11

(y al fin pude conectar la computadora a internet)


Una semana atrás:
Siempre me pegaron raro los viajes largos en auto, de chica los odiaba, ahora que me llevo un poco mejor con migo misma me entretengo hablando sola, son como un recreo a solas con mi mente. Pero definitivamente no era momento de hacer 1200 kilometros para ir a ver los pingüinos, en medio de una crisis existencial. Pasar demasiado tiempo juntos desgasta cualquier relación, la de mi mente y yo también.
En estos días de aislamiento tengo una misión: encontrar en el mp4 una canción que escuché mil veces seguidas en el viaje y ahora no encuentro, ni recuerdo bien la letra ni de quién es para buscarla. Además tengo tiempo y no tengo internet, así que escucho una y otra vez todas las canciones tratando de escucharla, es un misterio.  Y mientras tanto, el modo aleatorio que tan buen amigo y consejero fue siempre me dice: 
Para viajar, y traspasar la eternidad… en otra vida otro lugar,  si no a que vinimos?
Y prosigue así mi delirio. Ayer tuvimos una pesadilla. Si, de a dos. Mi hermano y yo. No la misma. La de él era peor debo admitirlo, duraba meses. El reproductor me responde, es mejor conversar con él que con mi mente asustadiza.
Lejos de la inoceeencia, lejos de la paciencia. Lejos de estar tranquila, cerca de la locura.
Sí, le contesto, Lu soñó que se volvía loco. Lo mío era más mundanal, tenía que encontrar un barquito de madera en la pileta de C y F. Estaba la abuela. En el sueño de Lu también estaba esa casa, y la abuela. Me desperté escupiendo el piso, y Lu mirándome asustado, pensaba que era una alucinación colectiva como en flashforward. No, yo no vi flashfoward.
Hay días en los que quisiera escapar, por otros mundos poder transitar, abrir los ojos y ver más allá. Nadie se muere, todo se transforma. Hablo de luz en el ser interior… Y de la luna cuando sale el sol…
Me voy a tomar café con leche. Algo está fallando si digo que no quiero perder el tiempo y estoy hace tantos días estancada en una pingüinera… En fin, siempre digo que el año que viene seré libre. Dentro de un año quiero tener una casita rodante pintada a mano y recorrer el país vendiendo cuadros con mi novio hippie. Me estaría faltando el novio hippie.
Básicamente lo mismo que ahora. Cuándo algún día valla al psicoanalista, voy a tener un año y medio de Eneros sumados para contarle. Yo voy a repetir cien veces lo mismo y él se va a aburrir mucho.

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