29.3.15

Mandatos

Robarme 
siete párrafos
de un libro
que no puedo pagar
no me dio culpa
y fue más fácil
que robarte
veinticinco minutos
o siete mil horas.
Las siete de la mañana
siempre fueron demasiado tarde
y la santa cosa
que nos presentó
nos enseñó con éxito
sí matarás,
sí robarás
no harás nada
a lo que no puedas
ponerle un nombre.

Está bueno
enamorarse de cosas
que no son personas
sobre todo si el vértigo
ya está cubierto
por el borde
de los tres abismos
en los que te estás por caer.
Tranquila mamá,
ya se me pasa
en un rato
en una o dos vidas
cuando reencarne
en gusano
o en vaca
o en un organismo procariota
que no tenga corazón.

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